De pequeño, siempre quise alcanzar la puesta de sol... bañarme en aquel colorido de tonos rojizos donde el horizonte, une la tierra con el cielo. Todas las tardes eran diferentes y mágicas pero por más que anduviera, nunca llegué a alcanzar ningún atardecer. Para un niño inocente aquello era el fin del mundo y según se escuchaba en una canción, sólo el que era capaz de llegar al límite, sabría de primera mano lo que pasaría en el futuro. Aquel deseo era mi secreto y no comprendía porque la gente pasaba de largo sin apreciar aquel don del cielo. Desde lo alto de la calle más empinada se divisaba el milagro veraniego. La brisa de la tarde lanzaba mi flequillo al viento y mi mirada, se perdía como el vuelo de una golondrina que vuela por encima de olivares. Todas las tardes lo mismo y yo, fiel a la cita. Aún hoy, mi mirada se vuelve a perder por el cielo de Andalucía y el 1.82, se queda en 1.10. Mi empeño no tuvo descanso hasta que un día tuve la idea más tonta del mundo. ¿Cómo no se me ocurrió antes?¿Cómo no me di cuenta? . Pensé que si el atardecer siempre se colocaba a la misma hora en el mismo sitio, un tiempo antes pasaría por encima de mi cabeza hasta llegar al horizonte, traspasarlo , y ceder el puesto a la noche. Así que, horas antes del atardecer, mis ojos acechaban vigilantes el cielo por ver pasar aquella gama de tonos rojos y anaranjados. Pero todo sueño tiene su final y el mío lo puso mi abuela. Cuando me vio tan atento al cielo me pregunto que era lo que me pasaba y yo le dije mis intenciones. Ella se echo a reir y me dijo que el atardecer solo pasa en el horizonte...que no fuera tonto...Hoy, mi querida Angeles , me pregunto cuantas son las tonterías que pueblan nuestra cabeza ayudándonos a vivir...Nada más.
Gracias Buscador por contarme su vivencia infantil. Este verano le he recordado varias veces, las puestas de sol en Extremadura, son idílicas, y he hecho infinidad de fotografías del atardecer, llena de inmensos coloridos y pensaba si pudiese mandárselas a Buscador, se bañaria espiritualmente en estos colores... Creo que quienes amamos la naturaleza y todo lo que en ella habita, en nuestra alma hay momentos únicos vividos en ella. No deje de soñar Buscador, un hombre sin sueños es un hombre sin alma y usted vive en sus sueños.
Ángeles, una historia encantadora y llena de simpatia y amor hacia los animales- leerlo me ha hecho añorar mi infancvia petro yo sin animaless. Infuerte abrazo.
Ay palabras al viento, aunque un poco tarde estoy contestando ahora a quienes escribieron un comentario en mi entrada, no pude hacerlo en su momento. Gracias por el comentario que me deja, es verdad que hay momentos de nuestra vida que son inolvidables.
Quertida amigaque feliz tuvistrs que ser de pequeña dando tu cariño a todos esos animalitods y que te hacian la niña mas feliz del mundo. Un bello relato y espero que si tienes una perrita no la des pan con vino como a tus pobres pollitos.
Si, halconcien, fui muy feliz, desde muy pequeña tuve el amor de mi padre de todos los que vivían cerca de mí y además me sentía querida por todos los animales que siempre tuve. Me he preguntado muchas veces ¿Por qué ningún animal me hizo daño, ni me picó, ni me dió una patada, con la de veces que peinaba la cola de mi burra Sabina y ella estoícamente aguantaba mis parloteos y los tirones de su cola, era genial. Estos recuerdos continúan habitando en mí y el recordarlos me llena de sentimientos.
Una encantadora historia llena de ternura, aunque yo creía que era un cuento, pero de cualquier forma que sea, es una hermosura que me ha encantado leer. Un placer y un abrazo.
No, no, de cuento nada Elda, fui la protagonista de esta borrachera de mis pollitos y aún hoy veo a mi madre como les cogía por las patas y les metía en un cibo con agua, mientras yo lloraba a moco tendido creyendo que se iban a morir.
Pués creo que eso mismo debéría haber pensado mi madre, porque no me libré de unos azotes y lo peor, la prohibición total de acercarme a Cloe y a sus pollitos... ( Esto no lo cumplí) los besuqueaba y hablaba cuando no me veían... cuanta ternura tenemos en la infancia.
Hoy me río y me causa una gran ternura lo que hice... mi intención, era dar de comer a los pollitos para que se hiciesen grandes y cómo engullían el pan con vino, debía gustarles mucho, por eso yo continúaba con haciéndolo.
jajajaja Pollitos borrachos! Es tragicómico, pero he de admitir que me dio más ternura que susto. Los niños son así, se dejan guiar por el instinto altruista. Lo que dijo tu padre es verdad, eras buena por querer ayudar. Quizás sólo falto una advertencia o no dejar el vino a tanto alcance. Si aún no lo has hecho, perdónate, porque fuiste movida por un corazón puro que amaba a Cloe y a sus pollitos.
Así ocurrió kadannek, mi intención era buena, pero no sé si no llega mi madre, si los polluelos no hubiesen muerto algunos por una sobredosis de vino... me durò la culpa varios días, hoy siento una gran ternura por esa niña que fui y aún habita en mi alma.
A mi me encantó este relato lleno de vida, de cosas mágicas que se anidan en el corazón para siempre y son las que nos hacen ver con ojos de vida a todo cuanto nos rodea que hermoso que fuiste criada rodeada de animales , me encantó eso que le peinaras la cola a esa burra . jajjaja esa si es hazaña con lo remilgadas que son... Me hiciste ir a mis tiempos de pequeña, pues me crié en el campo libre como un ave y supe de todas sus maravillas... es verdad uno hace cosas así como la que te sucedió con los pollos en casa se hacía eso, pero era de picardía , le dimos a beber chicha fuerte a los gallos y cerdos ...para verles como se mareaba y en caso del gallo cantaba todo rayado y el cerdo paraba las patas, jejejejjeje eso no estaba bien y claro nos lo hacía saber la madre con la zurra que nos daba , pero la picardía hecha , curiosidad satisfecha... cosas de niños que aprendimos a no hacer más , pero en verdad fui algo diablilla ...me sonrojo de eso, más lo pase genial y eso me da para querer mucho más a las cosas de la Tierra.
Gracias por tus palabras Magdeli, de veras que fuimos felices, yo personalmente no sabía siquiera que existían otros niños como yo, pero estuve rodeada de mucho amor, en contacto con la naturaleza y de muchos animalillos que cogía y hablaba con ellos y hasta algunos les cantaba canciones que me inventaba... y de verdad que mi burra Sabina me adoraba, la de tirones que debí darla peinándola y nunca jamás se movió o me dio una coz, como hubiese sido lo más normal.
Hola Ángeles, los primeros años de la vida de un niño son básicos, y es que son como esponjas y absorben todo lo que ocurre a su alrededor. Más de uno hemos crecido atesorando recuerdos que te hacen retroceder a algún momento feliz de la infancia. Tus vivencia es muy tierna, es una historias de vida que siempre te acompañara, los juegos de antaño no tienen que ver con los de ahora, antes éramos felices disfrutando de todo lo que nos daba la tierra, y teníamos un gran respeto por los animales. Crecimos rodeados de ellos, y los cuidamos como mejor se nos daba, dándoles amor y mucho cariño. Felices vacaciones, cuídate. Un abrazo de luz!
Hola Cristina, es cierto que nuestra infancia fue muy diferente a la de nuestros hijos o los niños de ahora. Yo continúo siendo esa misma esponja que atesoro en el alma todo lo que veo y me emociona, este verano me he llenado de sol, de paisaje, de nuestro río, que el pobre cada vez lleva menos agua y sobre todo de los silencios de oro que me anegan de emociones, escuchar, escuchar con el alma, porque cada ser vivo, tiene su propio lenguaje...me he dopado con todas estas vivencias.
Hola Angelines.Es muy gracioso todo lo que cuentas de tu niñez. La gallina clueca se debía cuidar y respetar.Solo cuando habían nacido los polluelos nos podíamos acercar para verles. Verdaderamente nuestra infancia fue genial. Que pases un feliz verano Un fuerte abrazo
Ayy Carmen, si yo misma me río cuando recuerdo a los pobre pollitoe sin plumas metidos en el cubo de agua y yo llorando a moco perdido, porque me sentía una asesina de pollitos. Me ocurrieron muchas vivencias, y casi todas muy lindas, hasta los 5 años viví en el campo y lo increible, es que con la libertad que tenía, me movía por las huertas de mis vecinos, los caminos, o el arroyo de Santa maría, nunca me ocurrió nada.
¡¡Pobrecita niña!! Lo que tuviste que sufrir de ver borrachos a los pollitos. Lo mío fue peor, pues contaba mi madre que cuando empecé a caminar, un día que se descuidaron estrujé a varios pollitos, los cogía, apretaba y los tiraba...No me gané una zurra porque creo que tenía apenas un añito. El caso es que ahora nuestros niños no han vivido tan "hermosas travesuras". Un beso bien fuerte guapetona.
Ni lo imaginas Mª Ángeles, y lo peor es que me sentía culpable, hasta que mi padre me hizo comprender que yo era una niña buena y había creído que les daba de comer. Ah y otra vez, les bauticé y fue el descoque total, algún día lo contaré.
Sí Isaac, tuve una infancia muy linda y llena de aventuras, yo era la única niña de los propietarios de las huertas, mis vecinos, y todos me mimaban y querían, crecí entre rayos de sol, flores y animales de todas clases, además de personas íntegras que me dieron mucho cariño. Estoy volviendo a releer tu libro, gracias Isaac, me está volviendo a hacer mucho bien, es una luz que disipa las tinieblas.
Cuanta ternura y amor Ángeles, y cuanta inocencia... Me ha encantado, junto con las imágenes tan bellas. Así es tu corazón de tierno. Gracias por compartirlo.
Un fuerte abrazo.¡Feliz verano tambien para ti.! Dios te bendiga.!!
Hola Marian, es cierto que crecí en mis primeros años rodeada de ternura, inocencia y sobre todo mucho amor de mi padre, recuerdo que cuando llegaba del trabajo y se aseaba, siempre me llevaba a la iglesía derruída que se la comieron las hormigas (quizá termitas) y yo lloraba porque también creía que se habían comido a Dios, porque no había ninguna imagen y al principio lloraba por Dios, devorado por las hormigas malas y él me llevaba para hablar con Dios, porque él me enseñó que Él continúaba allí y escuchaba lo que yo y él le decíamos.
A ti que has llegado a mi blog, te recibo con una cálida acogida…¡ se bienvenid@! Los relatos que puedes encontrar aquí, son pequeños ...
Nací en Extremadura… muy pronto me trasplantaron a la gran ciudad. Por eso necesito como golondrina emigrante, regresar a mi nido y llenarme de vitaminas de luz, armonías, serenidades, cielos… Soy profesora de secundaria, apasionada, vital, rebelde, idealista, sincera y una luchadora contra cualquier injusticia o violación. Me apasionan la naturaleza, perderme por sus paisajes con el alma en la mirada, mi familia, mis amigos, los libros y todo lo que me cosquillea el alma Amo la libertad, la integridad, la generosidad callada, el respeto y a los hacedores anónimos de estrellas que desde el silencio siembran semillas de luz.
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De pequeño, siempre quise alcanzar la puesta de sol... bañarme en aquel colorido de tonos rojizos donde el horizonte, une la tierra con el cielo.
ResponderEliminarTodas las tardes eran diferentes y mágicas pero por más que anduviera, nunca llegué a alcanzar ningún atardecer. Para un niño inocente aquello era el fin del mundo y según se escuchaba en una canción, sólo el que era capaz de llegar al límite, sabría de primera mano lo que pasaría en el futuro. Aquel deseo era mi secreto y no comprendía porque la gente pasaba de largo sin apreciar aquel don del cielo.
Desde lo alto de la calle más empinada se divisaba el milagro veraniego. La brisa de la tarde lanzaba mi flequillo al viento y mi mirada, se perdía como el vuelo de una golondrina que vuela por encima de olivares. Todas las tardes lo mismo y yo, fiel a la cita. Aún hoy, mi mirada se vuelve a perder por el cielo de Andalucía y el 1.82, se queda en 1.10.
Mi empeño no tuvo descanso hasta que un día tuve la idea más tonta del mundo. ¿Cómo no se me ocurrió antes?¿Cómo no me di cuenta? . Pensé que si el atardecer siempre se colocaba a la misma hora en el mismo sitio, un tiempo antes pasaría por encima de mi cabeza hasta llegar al horizonte, traspasarlo , y ceder el puesto a la noche. Así que, horas antes del atardecer, mis ojos acechaban vigilantes el cielo por ver pasar aquella gama de tonos rojos y anaranjados. Pero todo sueño tiene su final y el mío lo puso mi abuela. Cuando me vio tan atento al cielo me pregunto que era lo que me pasaba y yo le dije mis intenciones. Ella se echo a reir y me dijo que el atardecer solo pasa en el horizonte...que no fuera tonto...Hoy, mi querida Angeles , me pregunto cuantas son las tonterías que pueblan nuestra cabeza ayudándonos a vivir...Nada más.
Gracias Buscador por contarme su vivencia infantil. Este verano le he recordado varias veces, las puestas de sol en Extremadura, son idílicas, y he hecho infinidad de fotografías del atardecer, llena de inmensos coloridos y pensaba si pudiese mandárselas a Buscador, se bañaria espiritualmente en estos colores...
EliminarCreo que quienes amamos la naturaleza y todo lo que en ella habita, en nuestra alma hay momentos únicos vividos en ella. No deje de soñar Buscador, un hombre sin sueños es un hombre sin alma y usted vive en sus sueños.
Desde el corazón, un abrazo.
Ángeles
Ángeles, una historia encantadora y llena de simpatia y amor hacia los animales- leerlo me ha hecho añorar mi infancvia petro yo sin animaless.
ResponderEliminarInfuerte abrazo.
Ay palabras al viento, aunque un poco tarde estoy contestando ahora a quienes escribieron un comentario en mi entrada, no pude hacerlo en su momento. Gracias por el comentario que me deja, es verdad que hay momentos de nuestra vida que son inolvidables.
EliminarCon cariño, un abrazo.
Ángeles
Quertida amigaque feliz tuvistrs que ser de pequeña dando tu cariño a todos esos animalitods y que te hacian la niña mas feliz del mundo. Un bello relato y espero que si tienes una perrita no la des pan con vino como a tus pobres pollitos.
ResponderEliminarSi, halconcien, fui muy feliz, desde muy pequeña tuve el amor de mi padre de todos los que vivían cerca de mí y además me sentía querida por todos los animales que siempre tuve. Me he preguntado muchas veces ¿Por qué ningún animal me hizo daño, ni me picó, ni me dió una patada, con la de veces que peinaba la cola de mi burra Sabina y ella estoícamente aguantaba mis parloteos y los tirones de su cola, era genial.
EliminarEstos recuerdos continúan habitando en mí y el recordarlos me llena de sentimientos.
Un abrazo con cariño.
Ángeles
Una encantadora historia llena de ternura, aunque yo creía que era un cuento, pero de cualquier forma que sea, es una hermosura que me ha encantado leer.
ResponderEliminarUn placer y un abrazo.
No, no, de cuento nada Elda, fui la protagonista de esta borrachera de mis pollitos y aún hoy veo a mi madre como les cogía por las patas y les metía en un cibo con agua, mientras yo lloraba a moco tendido creyendo que se iban a morir.
EliminarBesos con cariño.
Ángeles
Es precioso tu relato de una niña a la que su gran generosidad la puso en tremendo aprieto. ¿Cómo lo iba a saber?
ResponderEliminarBesos.
Pués creo que eso mismo debéría haber pensado mi madre, porque no me libré de unos azotes y lo peor, la prohibición total de acercarme a Cloe y a sus pollitos... ( Esto no lo cumplí) los besuqueaba y hablaba cuando no me veían... cuanta ternura tenemos en la infancia.
EliminarDesde el corazón, un abrazo.
Ángeles
Ay Ángeles, esto resultó tragicómico! Tu intención era buena pero muy inocente, eso te salvó y a tus polluelos, un abrazo a tus poquitos años!
ResponderEliminarHoy me río y me causa una gran ternura lo que hice... mi intención, era dar de comer a los pollitos para que se hiciesen grandes y cómo engullían el pan con vino, debía gustarles mucho, por eso yo continúaba con haciéndolo.
EliminarBeos para ti Mª Cristina
Ángeles
jajajaja Pollitos borrachos! Es tragicómico, pero he de admitir que me dio más ternura que susto. Los niños son así, se dejan guiar por el instinto altruista. Lo que dijo tu padre es verdad, eras buena por querer ayudar. Quizás sólo falto una advertencia o no dejar el vino a tanto alcance. Si aún no lo has hecho, perdónate, porque fuiste movida por un corazón puro que amaba a Cloe y a sus pollitos.
ResponderEliminarAsí ocurrió kadannek, mi intención era buena, pero no sé si no llega mi madre, si los polluelos no hubiesen muerto algunos por una sobredosis de vino... me durò la culpa varios días, hoy siento una gran ternura por esa niña que fui y aún habita en mi alma.
EliminarBesos con cariño
Ángeles
A mi me encantó este relato
ResponderEliminarlleno de vida, de cosas mágicas que se anidan en el corazón para siempre
y son las que nos hacen ver con ojos de vida a todo cuanto nos rodea
que hermoso que fuiste criada rodeada de animales , me encantó eso que le peinaras la cola a esa burra . jajjaja esa si es hazaña con lo remilgadas que son...
Me hiciste ir a mis tiempos de pequeña, pues me crié en el campo libre como un ave y supe de todas sus maravillas...
es verdad uno hace cosas así como la que te sucedió con los pollos
en casa se hacía eso, pero era de picardía , le dimos a beber chicha fuerte a los gallos y cerdos ...para verles como se mareaba y en caso del gallo cantaba todo rayado y el cerdo paraba las patas, jejejejjeje
eso no estaba bien y claro nos lo hacía saber la madre con la zurra que nos daba , pero la picardía hecha , curiosidad satisfecha...
cosas de niños que aprendimos a no hacer más , pero en verdad fui algo diablilla ...me sonrojo de eso, más lo pase genial y eso me da para querer mucho más a las cosas de la Tierra.
te dejo un gran abrazo.
Gracias por tus palabras Magdeli, de veras que fuimos felices, yo personalmente no sabía siquiera que existían otros niños como yo, pero estuve rodeada de mucho amor, en contacto con la naturaleza y de muchos animalillos que cogía y hablaba con ellos y hasta algunos les cantaba canciones que me inventaba... y de verdad que mi burra Sabina me adoraba, la de tirones que debí darla peinándola y nunca jamás se movió o me dio una coz, como hubiese sido lo más normal.
EliminarUn abrazo para ti.
Ángeles
Hola Ángeles, los primeros años de la vida de un niño son básicos, y es que son como esponjas y absorben todo lo que ocurre a su alrededor. Más de uno hemos crecido atesorando recuerdos que te hacen retroceder a algún momento feliz de la infancia. Tus vivencia es muy tierna, es una historias de vida que siempre te acompañara, los juegos de antaño no tienen que ver con los de ahora, antes éramos felices disfrutando de todo lo que nos daba la tierra, y teníamos un gran respeto por los animales. Crecimos rodeados de ellos, y los cuidamos como mejor se nos daba, dándoles amor y mucho cariño.
ResponderEliminarFelices vacaciones, cuídate.
Un abrazo de luz!
Hola Cristina, es cierto que nuestra infancia fue muy diferente a la de nuestros hijos o los niños de ahora. Yo continúo siendo esa misma esponja que atesoro en el alma todo lo que veo y me emociona, este verano me he llenado de sol, de paisaje, de nuestro río, que el pobre cada vez lleva menos agua y sobre todo de los silencios de oro que me anegan de emociones, escuchar, escuchar con el alma, porque cada ser vivo, tiene su propio lenguaje...me he dopado con todas estas vivencias.
EliminarUn gran abrazo desde el corazón.
Ángeles
Una dulce y bonita historia.
ResponderEliminarTe deseo un feliz verano.
Un beso🌸🌸🌸
Gracias Amalia por tus palabras, este recuerdo permanece en mí tan real y vívido como cuándo ocurrió.
EliminarBesos con mi cariño.
Ángeles
Hola Angelines.Es muy gracioso todo lo que cuentas de tu niñez. La gallina clueca se debía cuidar y respetar.Solo cuando habían nacido los polluelos nos podíamos acercar para verles.
ResponderEliminarVerdaderamente nuestra infancia fue genial.
Que pases un feliz verano
Un fuerte abrazo
Ayy Carmen, si yo misma me río cuando recuerdo a los pobre pollitoe sin plumas metidos en el cubo de agua y yo llorando a moco perdido, porque me sentía una asesina de pollitos.
EliminarMe ocurrieron muchas vivencias, y casi todas muy lindas, hasta los 5 años viví en el campo y lo increible, es que con la libertad que tenía, me movía por las huertas de mis vecinos, los caminos, o el arroyo de Santa maría, nunca me ocurrió nada.
Un abrazo desde el corazón.
Ángeles
¡¡Pobrecita niña!! Lo que tuviste que sufrir de ver borrachos a los pollitos.
ResponderEliminarLo mío fue peor, pues contaba mi madre que cuando empecé a caminar, un día que se descuidaron estrujé a varios pollitos, los cogía, apretaba y los tiraba...No me gané una zurra porque creo que tenía apenas un añito.
El caso es que ahora nuestros niños no han vivido tan "hermosas travesuras".
Un beso bien fuerte guapetona.
Ni lo imaginas Mª Ángeles, y lo peor es que me sentía culpable, hasta que mi padre me hizo comprender que yo era una niña buena y había creído que les daba de comer.
EliminarAh y otra vez, les bauticé y fue el descoque total, algún día lo contaré.
Un abrazo de luz.
Ángeles
Cuanta ternura y belleza en tu dulce historia... Gracias por compartirla y que bueno que no fuiste "matadora" de pollos
ResponderEliminarPaz&Amistad
Isaac
Sí Isaac, tuve una infancia muy linda y llena de aventuras, yo era la única niña de los propietarios de las huertas, mis vecinos, y todos me mimaban y querían, crecí entre rayos de sol, flores y animales de todas clases, además de personas íntegras que me dieron mucho cariño.
EliminarEstoy volviendo a releer tu libro, gracias Isaac, me está volviendo a hacer mucho bien, es una luz que disipa las tinieblas.
Paz y un abrazo de luz.
Ángeles
Cuanta ternura y amor Ángeles, y cuanta inocencia... Me ha encantado, junto con las imágenes tan bellas. Así es tu corazón de tierno. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.¡Feliz verano tambien para ti.! Dios te bendiga.!!
Hola Marian, es cierto que crecí en mis primeros años rodeada de ternura, inocencia y sobre todo mucho amor de mi padre, recuerdo que cuando llegaba del trabajo y se aseaba, siempre me llevaba a la iglesía derruída que se la comieron las hormigas (quizá termitas) y yo lloraba porque también creía que se habían comido a Dios, porque no había ninguna imagen y al principio lloraba por Dios, devorado por las hormigas malas y él me llevaba para hablar con Dios, porque él me enseñó que Él continúaba allí y escuchaba lo que yo y él le decíamos.
ResponderEliminarUn abrazo de luz, Mariam.
Ángeles