MARIONETA : ¿QUIÉN MOVIÓ TUS HILOS?

                       ( Siempre estarás en mi corazón)

 

Conocí a Aurora hace unos años cuándo fuimos de vacaciones a mi pueblo, cuidaba de una anciana a cambio de comida, y una cama.
 La había visto de lejos, pero ella apareció una mañana en la puerta del jardín de nuestra casa, con unas “golosinas” para nuestra hija Blanca, la niña estaba jugando y al oír la palabra “golosina” se puso en pie llena de alegría y mirándome a los ojos dijo… ¿puedo mamá?... Fue al mirar a Aurora cuándo me di cuenta de lo importante que era para ella que yo la dijese que sí, y eso hice.

Aurora era bastante mayor, muy bajita, vestida de negro,  tímida, y con miedo a hablar, la hice pasar y la ofrecí un café que ella aceptó con una luz especial en sus ojos.
 Desde ese momento fui como su ángel de la guarda, confió en mí plenamente. Su indefensión y la crudeza con que la había tratado la vida, la convertían en una persona casi infantil, introvertida, y temerosa.

Cada noche, después de cenar, llegaba, y se ponía en la puerta del jardín esperando a que la invitase a entrar…

Y se tomaba un helado, o cualquier postre que la habíamos guardado, mientras Tony y Blanca, jugaban a revolcarse por el césped con otros niños buscando luciérnagas entre las azaleas y los arbustos  de romero. Aurora no hablaba con casi nadie no sé porque me eligió a mí, (hubo personas que me dijeron que no la hiciese caso, que estaba medio pirada) pero el dolor que se veía en sus ojos era real y muy fuerte)

Yo intuía que algo la había ocurrido y la había marcado para siempre, nadie conocía su pasado… Y yo no quería hurgar en esa herida que veía porque había demasiado dolor, al fin una noche llorando habló.

Había sido abandonada en el orfanato de Sevilla, nada más nacer, no sabía quienes eran sus padres, ni el lugar ni la fecha exacta de su nacimiento… con el paso de los meses se la detectó un raquitismo, que la acompañó siempre, convirtiéndola en una niña enferma,
  una niña que vivió la experiencia más brutal que puede vivir una persona con sólo 12 años.

Siempre estaba en la enfermería, hasta que un día su pequeño cuerpo no pudo más y Aurora murió.

  El médico del orfanato certificó su defunción y como no tenía familia, ni nadie se había interesado por ella, en 12 años…las monjas la amortajaron con un traje blanco de comunión y en la bicicleta del jardinero pusieron su ataúd para llevarla a enterrar.

Era un día de invierno, de intensa lluvia, y con un gélido frío. El jardinero, cogió el pequeño ataúd blanco, y sin más compañía que la lluvia y el viento, la llevó al cementerio.
 Allí el enterrador, al ver el día tan malo, para tener que cavar una fosa… dijo al jardinero que la quedase en la caseta de las herramientas, y al día siguiente él la enterraría., y se marcharon los dos dejando en el ataud a Aurora.

Por la noche, Aurora despertó de su “no muerte”, intentó moverse y no pudo, en la más terrible soledad, gritó, gritó y pataleó sobre las maderas que la oprimían, y nadie respondió a sus lágrimas ni a sus gritos, hasta que al fin, pudo romper a patadas una madera, y a través de ella, otra y otra, hasta quedar sentada, en un lugar no conocido, y en la más absoluta oscuridad… (Dios, lo que yo lloré al contármelo la primera vez)

Al día siguiente, cuando llegó el enterrador y vio sentada a la niña, con el vestido blanco todo manchado de sangre, y llena de arañazos, salió corriendo a pedir ayuda, repitiendo, ¡milagro, milagro!
 No había nada de santidad, en lo ocurrido, a Aurora, le había dado un ataque epiléptico, y la lluvia la había salvado de ser enterrada viva.

 Tardó varios días en contarme todo lo que supuso para ella vivir esa situación, y yo muchos más en asimilarlo…

Entonces me di cuenta que Aurora además de estar hambrienta de cariño, tenía un trauma psicológico que la hacía ser como era.

¡Cuándo salió del orfanato, quedó embarazada y su pareja la abandonó al saberlo. Cuándo la niña tenía 4 meses,  se cayó de la cuna y ella la llevó al hospital, donde la ingresaron, pero al día siguiente, cuándo fue a verla, la dijeron que había muerto, ella no vio el cuerpo de su hija, ni nadie la dijo donde la habían enterrado…!
 Sencillamente se la robaron al ver que Aurora no era una persona conflictiva, estaba sola, era madre soltera y no iba a hacer nada¡ Ella se sumió en el abismo de una negra depresión, de la que no estaba curada y se vestía de negro por la muerte de su hija, ocurrida hacía ya 20 años.

 Se me desgarró el alma con su sufrimiento, y movilicé a Tony y a todos nuestros amigos, para ir consiguiendo diferentes prestaciones que mejorasen su  vida.

Conseguimos que la reconociesen su minusvalía y tuviese una paga, una seguridad social que la controlase, la compramos ropa nueva y entre todos nuestros amigos, pagamos a un psicólogo para que la pudiese ayudar… Alquiló una casita en el pueblo, y comenzó a vivir la etapa más feliz de su vida.
 ¡Ah y adoptó a un perro, la encantaban los animales.!

  Este verano, llevábamos unos días en el pueblo, y Aurora no había aparecido ni respondía al teléfono. Una mañana llegó una vecina suya, para decirnos que se la habían encontrado muerta, Había muerto hacía tres días, y tan solo los ladridos del perro, alertaron a los vecinos.
¡Dios, me derrumbé de dolor, no podía ser, ahora que al fin tenía algo de felicidad…!

Volvimos a encargamos de todos los papeles, para que al fin pudiese descansar en

 paz. Tony, presidió su velatorio y su entierro, y la acompañamos en esta su última etapa dos chavales con síndrome de Down, dos de mis amigas, su perro y yo, ¡nadie más!

¡Era patético y brutal, no tengo palabras para expresar mis sentimientos… de incomprensión y dolor desnudo, de impotencia, de soledad…Sólo 6 personas y un perro!
¿Por qué tanto dolor en la vida de una persona? ¿De quiénes somos marionetas?
La tierra se abrió para recibir su gastado cuerpo, y una lluvia de rosas rojas cayó sobre su ataúd, mientras todos llorábamos desgarrada el alma por su dolorosa vida.

Cuándo nos veníamos, no hubo manera de hacer que “Sansón” su perro, se moviese de su tumba… y allí quedó con la esperanza de volver  sentir sobre su piel las caricias de Aurora… Después le adoptó uno de los chavales que fueron a su entiero.

¡Hoy aún lloro al evocar su vida y sólo tengo un hermoso recuerdo, una burbuja de luz, de haber podido lograr algo de felicidad, a quien la vida la había negado todo, de dar amor sin medida a quien lo necesita, y sobre todo mi fe, porque creo que Aurora, esté donde esté, habrá llegado a un mundo de luz y ahora ya será feliz. !