Siempre he sentido que las campanas hablan desde su alma de bronce, y susurran voces de ángeles, mensajes, y un mundo intangible de sensaciones. Cuando era niña, creía que ellas eran la voz de Dios, Dios vivía en la iglesia y desde el alto campanario podía ver todo lo que ocurría y con el tañido de las campanas hablaba… En mi pueblo el campanario tenía tres campanas, la grande, la mediana y la pequeñita, y cada una decía mensajes diferentes. Hablaban todos los días, y según lo que dijeran me sentía muy feliz, o lloraba de pena acurrucada y triste.
Me encantaba cuando la campana grande repicaba los días de fiesta... tan-talán-tan, tan-talán-tan. Era maravillosa porque siempre que hablaba era para decir cosas bonitas, la procesión del Corpus, la llamada a Misa Mayor, una boda, un bautizo, la fiesta grande del pueblo… o las horas del reloj que marcaban los días, y me arrullaban como una nana cuando me iba a dormir.
También hablaba con un sonido distinto, tin- tan, tin- tan, tin- tan… en la hora del ángelus; era como el latido de un susurro que bajaba del cielo, para dejar su rastro de paz y luz y en los labios una plegaria a María.
La campana mediana, no me gustó nunca ¡la odiaba! ella siempre tocaba a “arrebato,” tan-tan-tan-tan, muy rápido y deprisa, cuando había un fuego, cuando algo malo ocurría…Entonces me tapaba con mis pequeñas manos los oídos, hasta que dejaba de sonar, porque el peligro más peligroso había pasado ya, y podía volver a la calle para jugar sin miedo. ¡Era una campana asquerosamente mala!
Si la campana grande tocaba junto con la mediana, era como lamento de dolor, y lágrimas, porque decían que alguien había muerto, y ellas lloraban con sus gemidos… talán- tan, talán-tan, talán-tan… ¡ las dos campanas juntas doblaban a muerto y a duelo!
Y tampoco me gustaba cuando el tañido de la campana pequeña se escuchaba con su tilín- tilín-tilín…Si era muy triste y espaciado el sonido, era porque había muerto un niño que aún no había hecho la comunión y lloraban por él, entonces yo también lloraba, la muerte negra era mala, y corría a casa para refugiarme de ella. Cuando sonaba muy deprisa, era porque un niño se había perdido y no aparecía, y ellas le llamaban con su dindilindín-dindilindín,
preguntando ¿dónde estás? ¿dónde estás?... Las campanas me parecían mágicas, lo sabían todo, lo veían todo desde el campanario alto, muy alto donde también vivía Dios.
Santiago de Compostela ( A Coruña )
Hoy los años han pasado, y mi pequeño mundo infantil ha quedado atrás, pero sigo comprendiendo el lenguaje de las campanas, y algo dentro de mi alma conecta con la suya de bronce y me cosquillea o araña mis sentimientos. Las he escuchado por muchos lugares de España, y Europa, me fascinan y hechizan, pero la forma de hablar es diferente en cada una de ellas aunque digan lo mismo.
San Pedro ( Roma )
Hay campanas que te acogen con la calidez de su tañido, como la de Santiago de Compostela, o Santo Domingo de Silos, o desbordadas en alegría como las de la ermita del Rocío, otras son engreídas y muy orgullosas, como las de San Pedro del Vaticano, otras son elegantes y coquetas como las de Notre Dame de París.
Notre Dame ( París )
Otras muy juguetonas y pizpiretas como las de San Marcos de Venecia, otras como la de la abadía de Westminster, son muy elitistas porque en ella se han coronado muchos reyes, y se creen superiores, y otras como la de San Patricio en Irlanda, son cantarinas, mágicas. Todas tienen su luz especial y su sonido diferente.
San Marcos ( Venecia )
También hay monasterios como el de Monfero en Galicia, el de Arlanza en Burgos, la iglesia de San Gregorio en Cáceres, y decenas de ermitas, donde el campanario sin campanas me habla desde su mudo silencio gangrenado de dolor.
San Gregorio ( Cáceres )
¡ Oigo el latido de su alma, con la soledad de su presente vacío y yermo, evocando otros tiempos donde con la voz de sus campanas se mecían en brazos del viento tejiendo sus mensajes. Y como en una burbuja intemporal escucho nítidamente esos sonidos que un día existieron, y hoy han enmudecido perdidos entre los pliegues del tiempo y el polvo de recuerdos idos!
Menos mal que las campanas te han avisado de que las vacaciones han acabado y ya te tenemos por aquí.
ResponderEliminarEn mi pueblo sólo había una campana que anunciba los oficios religosos y nada mas.
Un abrazo.
Querida Angeles: Precioso tu comentario sobre la voz de las campanas. Yo también las siento. Magníficas las fotografias que lo acompañan. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué interesante!, mira que habré oido yo campanas y jamás he sido capaz de interpretar ni una mínima parte de lo que tú oyes y sientes.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besos
Que hermoso es ver un paisaje y saber interpretarlo, oír una canción y hacerla tuya
ResponderEliminartomar un libro y fundirte en el como un personaje más, en este caso yo creo que tú eres una campana más que con su tintineo intentas alegrar la vida de los que te rodean, porque si puedes descifrar cada sonido y sentirlo como algo tuyo, como serán tus sentimientos cuando te fluyan del corazón mi querida amiga. Es un placer para mi conocer a alguien con tanta belleza interior capaz de leer sentimientos hasta en el sonido de las campanas.
Un gran beso.
Querida Chelo, tienes razón... mis vacaciones se terminaron, no me avisó ninguna campana, me avisó el calendario...¡Te recordé mucho cuando estuve en Malpartida y Monfragüe...!
ResponderEliminarHe recargado las pilas como me ocurre siempre en mi tierra, conectando con una naturaleza virgen, sin contaminar y desde el silencio sentir que te acoge y formas parte de ella.
Y lo mágico, es que la campana grande continua tocando, y dando las horas todos los días, y es como sentir cosquillas en el alma con su tañido.
Mi cariño por siempre.
Gracias Olegario por la huella de tus palabras en mi espacio y me alegro mucho que tú también sientas la voz de las campanas... ¡son sensaciones que te hacen vibrar el alma, como pinceladas de luz!
ResponderEliminarUn abrazo con el repicar alegre de una campana.
Hola María, me alegra encontrarte en mi blog. Y quiero decirte que cuando oigas el tanido de una campana, estoy segura, que si la escuchas,ESCUCHAS, ella te va a hablar al alma... ¡dicen tantas cosas...! Y sobre todo es como si conectases con un sonido que te armoniza y conecta con tu "yo" interior.
ResponderEliminarUn abrazo con mi cariño
Ayyyy Josep, que lindo es tu comentario, con tus palabras también tejes sentimientos. ¿Sabes? yo creo que nos hemos olvidado de pequeñas y mágicas cosas, por esta vida tan estresante que vivimos, pero ellas están ahí, y tan sólo hay que expandir el alma y dejar que fluya lo que sentimos en ella desde la armonía y la luz.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y un abrazo grande
Angeles,desde pequeña oía en el pueblo las campanas y sentía lo mismo que tú.Después en Salamanca las seguía oyendo todos los días y sentía su calor,su compañía y su apoyo.
ResponderEliminarTe felicito por el magnífico post que nos dejas.Las imagenes son preciosas y tu sensibilidad exquisita.Mi abrazo inmenso por cuidar tu alma de niña.
M.Jesús
Aparte de la función religiosa, las campanas han tenido y tienen en algunos casos otras utilidades como avisar a la población de un fuego u otra catástrofe por medio de determinado repicar.
ResponderEliminarComo dato curioso, he oído recientemente una notica de un párroco rural que por mediación del teléfono móvil hacía sonar las campanas de los pueblos dispersos, que más tarde tendría que personarse para dar misa.
Un abrazo
Querida M.Jesus, como te comprendo con lo que dices... Es cierto que las campanas me acompañaron muchas veces, y me acunaron con su tañido, sabía que estaba en mi casa, en mi pueblo. Cuando con mis padres me vine aquí a Madrid...¡ si vieras como echaba de menos ese sonido...! es una tontería quizá, pero sentía que no tenía alas y no podía volar... tuve que echar la llave a tantas cosas de mi alma. Hoy cuando puedo me escapo a mi tierra y abro mi alma desbordada de sentimientos...
ResponderEliminarUn abrazo y mi cariño siempre.
Hola José, me ha encantado tu apunte sobre el párroco que hace tocar las campanas por teléfono... Y como decía Don Hilarión... "¡ Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad!"
ResponderEliminarY muchas gracias por pasar por mi espacio y dejarme tu comentario.
Un abrazo.
Una magnífica recreación de las campanas de tu tierra. Muy bellas fotografías y el texto maravilloso. ¡Felicitaciones! Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola S.A.D.E.FILIAL VILLA MARÍA...gracias por llegar hasta mi espacio y dejarme la huella de tus palabras. Las campanas con su sonido, pueden hacer reír o llorar, susurran desde su alma de bronce, y llaman a la pueta de la nuestra, que es donde habitan los sentimientos.
ResponderEliminarMe gustan mucho escuchar su voz, y sentir la caricia de su tañido.
Un saludo... con el tañido alegre de una campana!
Ángeles,me parece increible que puedas conectar así con el sonido de las campanas. Tu entrada es real pero parece mágica por los sentimientos que transmite. En las grandes ciudades no se escuchan los tañidos de las campanas, y con tu relato me has hecho vivir esos sonidos ya olvidados.
ResponderEliminarCon afecto mis saludos.
Halcónrojo, pues es cierto, siento en el alma el lenguaje de las campanas y sé lo que están diciendo. Si es que soy un pelín extraterrestre, porque si me abrazo a un árbol, y lo hago muchas veces, siento también como desde su alma de árbol conecta con la mía, y me habla...
ResponderEliminar¡Un saludo y gracias por llegar hasta mi espacio!