HORAS PERDIDAS...

(Todo el relato es realidad)

Era verano, estábamos de vacaciones y nos reuníamos las cinco parejas de amigos de siempre para cenar en nuestra casa, faltaban Andrés y Ana que veraneaban en un pueblo de la Vera, ella me llamó sobre las 9 de la noche, diciendo que ya se venían… (En el trayecto se tardan 30 minutos…) 

Nosotros entre risas y comentarios pasábamos el tiempo ¡Siempre es maravilloso estar juntos! En el reloj de la iglesia dieron las 11 y Carola comentó- ¡Vaya estos están tardando demasiado! ¿no? – Es que se han parado por cosas del amor como cuando éramos chavales dijo Jairo, y todos reímos su comentario.

El reloj de la torre volvió a dar las 12 y ahí ya comenzó la preocupación, no habían llegado, ni contestaban a los móviles, pensamos desde un accidente o que el coche les hubiese dejado tirados en la carretera… Tony propuso ir a su pueblo por el mismo camino que ellos debían venir, para ver que les pasaba y a él se unieron Pepe, Sergio y Jairo.

Aproximadamente a la 1 de la madrugada, volvieron, no les habían encontrado. No hay palabras para decir la impotencia que nos llenó, fueron al Hospital de mi pueblo que abarca toda la comarca, para ver si les había ocurrido algo… tampoco, allí figuraban sus nombres… quisimos ir a la guardia civil a denunciar su desaparición, pero no teníamos ninguna prueba que lo avalase… 
Los minutos se hicieron horas de incertidumbre y dieron las 2…las 3... ya no dudábamos que algo les había ocurrido… silencio, preocupación, miedo, impotencia, angustia… de pronto sobre las 4 de la madrugada, el frenazo de un coche nos hizo salir a ver quién era…

¡Dios Santo, eran ellos…! estaban temblando, Ana lloraba desconsolada…Las palabras nos ahogaban a todos- ¿Qué os ha pasado? -¿Estáis bien? No podían ni hablar, solo abrazos intensos, dolor, y lágrimas… pasaron los minutos angustiosamente y al final después de beber los dos una gran cantidad de agua Andrés nos dijo:

Las preguntas después, ahora escuchadnos lo que nos ha ocurrido, y con nerviosismo y los ojos rojos de tanto llorar, comenzó. Salimos del pueblo a las 9, aún era de día, pasamos por el puente de la garganta de Cuartos para salir por Robledillo de la Vera, nuestro camino de siempre.
Y de pronto Ana me dijo- ¿Qué vegetación tan rara hay por aquí? era cierto, los árboles se cerraban y nos impedían ver el cielo, también nos rodeó una extraña neblina, encendí los faros del coche que casi no daban luz, con esa vegetación exuberante que se descolgaba de los árboles.

Miré el reloj, el tiempo no había pasado  eran las 9 y cuarto ¡me asusté mucho! quise llamaros por el móvil y no teníamos cobertura, no nos podíamos haber perdido, porque sabéis que solo hay una carretera ¡Coño que yo he nacido allí y me conozco cada piedra cada árbol, cada matorral, cada coquera de los lagartos… y nada era como es…¡no sabíamos donde estábamos! Y nos ha ocurrido a nosotros que con los ojos cerrados sabemos la carretera.

De pronto Ana dijo ¿Qué ruido es ese...? Yo lo había notado ya…el coche me patinaba sobre algo…¡abrí la puerta para salir y ver que era…!
¡Dios Santo la carretera estaba llena de ranas, ranas de todos los tamaños, cerré la puerta cagado y dije a Ana que no abriese la puerta, di la luz larga y todo lo que alcanzamos a ver era una carretera llena de ranas con una vegetación que casi cerraba la carretera por delante y por atrás… el terror hizo que Ana comenzase a gritar…
La abracé y así continuamos avanzando matando ranas con las ruedas del coche y escuchando el croar de ellas, no sé el tiempo que avanzamos así…

Era un paisaje alucinante, desconocido, ¿Dónde estábamos? y ese croar chirriante de las ranas… solo sabía que tenía que continuar, volver hacia atrás, era lo mismo, la carretera estaba llena de ranas… aterrados avanzábamos hacia no sabíamos dónde… hasta que al coger una curva muy cerrada, aparecimos sin saber cómo en la plaza de Robledillo… ¡era de locos! joder no podía ser, no, no... y Andrés se echó a llorar con desconsuelo...

¿Cómo habíamos llegado hasta allí sin entrar en el pueblo? Estábamos en la puerta del Ayuntamiento nos abrazamos llorando, jodida mierda de carretera... ¡estábamos muertos de miedo…!
¡Y sabéis que yo no bebo, ni siquiera he probado un porro en mi vida, estábamos totalmente lúcidos pero perdidos en algún lugar desconocido, ¿pero dónde, dónde, donde? ¡Coño que eran las 3 en el reloj del Ayuntamiento y en el nuestro eran las 9 y media…!¡ Es imposible, es imposible!

¿Dónde hemos estado en esas horas de diferencia? ¿Qué carretera era esa? ¿Cómo entramos en ese lugar desconocido? ¿De dónde habíamos salido? ¿De dónde salieron tantos cientos de ranas?¿Cómo aparecimos en la puerta del Ayuntamiento de Robledillo?
¡Preguntas, preguntas y más preguntas que ninguno sabíamos responder!

Pasamos el resto de la noche muy mal, quisimos que les viese un médico, pero ellos aseguraban que ya estaban bien...ninguno sabíamos que hacer o decir, era impensable lo que contaban y tan solo podíamos escucharlos y abrazarlos…Ana adormilada por tres tilas lloraba en silencio…y todos vivíamos su dolor, las preguntas no tenían respuestas... ni hoy las tienen entre nosotros aunque creamos lo que ellos nos dicen es muy dificil de asimilar y creer.

 Andrés y Ana están en tratamiento psicológico… son personas normales y sanas mentalmente  pero han necesitado ayuda. ¡Hoy intentan comprender, por difícil que sea asimilarlo, que existen otras realidades que no son las que nosotros vivimos y vemos! Ellos habían estado en una de ellas.