¡ HASTA CUÁNDO EL ODIO !

Uno de los monumentos casi desconocidos de España, se encuentra en Extremadura, a la entrada del municipio del Torno (Cáceres), en el Valle del Jerte.

 Al salir de una curva… se encuentra de frente este monumento excepcional, que sorprende, conturba y emociona, por su realismo y significado.

Sorprende y conturba por encontrar en aquel paraje de maravillosos riscos y vegetación exuberante una presencia así, que sí no sabes que está ahí, crees que lo que ves, son figuras humanas desnudas subidas en los riscos, hay dos hombres, una mujer y un niño, tan reales que parecen tener vida.

Emociona por el significado que tiene este recuerdo dedicado «A los olvidados de la guerra civil y la dictadura franquista» que promovió a finales de 2008 la Asociación de Jóvenes Comarca del Jerte. 

 En su placa inaugural puede leerse "A los olvidados de la guerra civil y la dictadura franquista... en estas sierras el olvido esta lleno de memoria. "SIERRA Y LIBERTAD".

 

En un lugar con vistas tan admirables emociona también por reivindicar una memoria histórica que en esta España actual, todavía sigue siendo una carrera de obstáculos, para los descendientes de quienes hicieron nuestra más digna intrahistoria y que se sienten despreciados por los que gobiernan el país en el que viven. 

A pesar de llevar 40 años de democracia, en las cunetas españolas de las carreteras o en las tapias de los cementerios continúan los restos de muchos republicanos que dieron su vida por España, y no han sido enterrados como se merecen.
¡Y estos hombres y mujeres, tienen familiares que les recuerdan y lloran! Por eso se hizo este monumento para sanar las heridas.

“El Mirador de la Memoria”, donde se erigen estas doloridas figuras humanas, son obra del escultor Francisco Cedenilla Carrasco y dedicada a los olvidados de la Guerra y la Dictadura. Se inauguró a finales del  2008 y, al poco tiempo, en febrero del 2009, con nocturnidad y alevosía, fueron  tiroteadas por algunos ultramontanos, añorantes de tristes y sangrantes etapas de nuestra historia.

 

 Los agujeros de las balas permanecen sobre el grupo escultórico. Francisco Cedenilla así lo ha querido, pues realzan aún más la barbarie y la represión que llevan implícitas las angustiadas figuras humanas.

Dice en una placa sobre el monumento “En estas sierras el olvido está lleno de memoria”. Y tal aserto es una verdad a medias: no se concibe que las figuras masculinas fueron tiroteadas el mismo invierno del 2009. Aún pueden verse los agujeros de las balas. 

Setenta años habían transcurrido desde que se emitiera el último parte de guerra, aquél que mostraba al Ejército rojo “cautivo y desarmado” y a las tropas Nacionales habiendo alcanzado “sus últimos objetivos militares”.

Produce congoja y dolor en el alma, observar los balazos. 

 Congoja, por la persistencia del odio, del rencor, de la intolerancia. 

Congoja, por la insensatez de balear unas figuras de escayola.

Congoja porque los disparos están hechos por la espalda.

 Dolor por el odio que aún existe entre las dos Españas divididas.
 Los maquis que se refugiaron en estas sierras, huyendo por sus ideales de una muerte segura, parecen dispuestos a trepar por los riscos para huir de la persecución, del peligro, 75 años después.

¡No debería existir ya el odio después de tanta sangre derramada, tantos años pasados y vidas truncadas! 
¿Aprenderemos los españoles alguna vez a vivir bajo los colores de una misma bandera?¿Aprenderemos a respetarnos y a vivir en paz? 

“Sierra y libertad”, concluye el cartel. Y... Paz, Tolerancia y Vida cabría añadir.