¡ CARROÑERO DE INOCENCIA !

Dany nació cuando hacía tres años que el vientre de su madre había quedado seco, estéril, y ni ella misma supo que estaba embarazada porque era muy grande y gruesa. Llegó el momento del parto y avisaron al médico, porque no podía con los dolores que tenía.

 Llegó Don Urbano y con toda su sabiduría, dijo. ¡Qué tenía un cólico nefrítico y para eso la mandaba un calmante que la sedase el dolor…! El doctor continuaba hablando… cuando de pronto se escuchó un alarido y a Teodora que gritaba…¡qué coño, si es que estoy pariendo, qué estoy pariendo…!

Y ante el asombro de su marido, su cuñada y el médico, se levantó la falda y vieron que un bebé asomaba a la vida, Don Urbano perplejo, sujetó su cabecita, tiro de él, y Dany rompió a llorar… era increíble lo que estaba pasando y el médico dijo que en algunas mujeres sí podía suceder con una ovulación tardía...

¡La noticia corrió como la pólvora por todo el pueblo, y hubo hasta quien dijo que era ¡un milagro que Dios había hecho con Teodora porque no tenía hijos…!y este milagroso nacimiento le granjeó ya al niño la simpatía del pueblo.

Dany nació enclenque, delgadísimo, muy pequeño, y con la piel amoratada, sí, era un verdadero milagro que pudiese salvarse, pero contra todos los que pensaban que el niño moriría, el niño fue creciendo y logró salvarse.

 Desde siempre demostró un ingenio picaresco que asombraba  y las personas del pueblo le tenían afecto porque era un niño un poco retrasado, pero con un ingenio y una bondad por la que se asomaba su alma de ángel. Cuándo salía del colegio siempre encontraba algo que hacer a algún vecino, y este le daba unos céntimos que Dany guardaba porque quería comprarse un móvil qué era su sueño.

El año pasado encontró una forma de hacer negocios increíbles. El arroyo Casas atraviesa todo mi pueblo, pero está canalizado durante todo su trayecto, hasta unos 300 metros cuando acaba el pueblo…, y él, encontró una mina de oro en sus orillas.

En ellas con una azada, se dedicaba a sacar lombrices de tierra, que los pescadores usamos como cebo vivo para pescar… y él vendía un recipiente de yogur, llenito de lombrices por 1 euro. Y sólo por no meterse en ese barrizal mal oliente y asqueroso, pagábamos el euro y siempre algo más, por su carisma y simpatía. Era un negocio en toda regla,
porque vendía las lombrices, hasta con demora en las entregas,

Una tarde fui a comprarle mi vaso de lombrices y con una cara de pícaro me dijo que se había encontrado una medalla amarilla cuando recogía las lombrices. -¿Quieres verla? es muy superbonita, y al decir esto metió en sus vaqueros la mano en el bolsillo y sacó algo que en su mano parecía una medalla.

-¿Me dejas verla Dany? – sí, sí si te estaba esperando para ensenártela. La cogí en mis manos y aún la limpie un poco más… ¡era impensable lo que el niño había encontrado en el lodo del arroyo...! la miré y remiré sin ninguna duda y le dije.
-No Dany cariño, no es una medalla, es una moneda de oro de la época de Alfonso XIII es muy valiosa, yo creo que debes irte a casa y ensenársela a papá o mamá, vale mucho dinero y la puedes perder…

-¿Cuánto dinero? ¿5 euros?- No, mucho más, yo no lo sé, pero la puedes decir a mamá que mañana voy con ella donde te puedan decir lo que vale…¿De acuerdo?

Cuando vine de pescar y me había duchado y arreglado, llamaron a la puerta, Tony fue a abrir y con una voz llena guasa me dijo – ¡Nines! Baja, que aquí tienes al Lazarillo de Tormes que quiere hablar contigo… Bajé y con sólo mirarle a los ojos supe que algo le había pasado.

-¡La he vendido, la he vendido! - ¿Qué has vendido?- La moneda, y me han dado 10 euros por ella! Atónita pregunte ¿y a quién se la has vendido? No lo sé, se la estaba enseñando a mi amigo Rafa, y un hombre que pasaba, me dijo que me daba por ella 10 euros, y yo dije que sí, mira los 10 euros… decía mientras le reía el alma.

Tuve que sentarme, no sabía que decirle, ni que hacer, porque si Dany no conocía al hombre, es que no era del pueblo… tan sólo mi alma se llenó de una amargura que él no percibió…¡ habían engañado a un niño, le habían robado de la forma más asquerosa algo con gran valor.! Se habían aprovechado de su inocencia de ángel.

¡El hombre era un buitre carroñero de inocencias, una hiena despiadada y carnicera, que se aprovechó de la inocencia de un niño, que era todo corazón para engañarle…!

¡No supe que hacer, y sólo le dije que había sido maravilloso, y mientras su alma de ángel brillaba de luz, la mía se desbordaba en dolor...!