¡¡¡Que bonito Relato sobre la Reina de los Charcos!!! Volver a la Infancia y recordar esos momentos, sintiendo la caricia de las gotas de la lluvia que tienen la misma forma que ese miserable 0 que nos reducía esa Libertad inherente a nuestra edad. Abrazos.
Encantador relato, Ángeles. A mi es que también me ha gustado siempre la lluvia. Y qué pena ¿no? De pequeña era el 0 por zapatos sucios, aunque esos días de botas te liberabas, podías disfrutar siendo la Reina de los Charcos. Ya de mayor no hay botas que nos liberen, a menos que estemos dispuestas a que nos miren raro. ¡Si nos atreviéramos! Un beso
Encantador relato, Ángeles, de una época que no ha pasado, sólo ha sido sustituida por eso que denominan moderno. Y no ha pasado porque ha sido una época feliz, dura pero muy feliz. A los gorilas había que añadir las katiuskas- Con ambos uno podía caminar por el grácil espejo donde se miraba el sol tras la lluvia. Como a ti, siempre me ha ensimismado la lluvia al caer. Su monotonía hacía que no parpadease y me comunicara con ella pero jamás me ha gustado que el aguacero me cayese encima. Reina de los Charcos, espero que sigas disfrutando de tu reinado cuando una lluvia pertinaz llene las oquedades y forme charcos con agua serena, esperándote para jugar contigo.
Angeles, como has disfrutado con tu relato volviendo a la infancia recordando la lluvia y los charcos. Me has hecho recordar mis botas katiuscas, lo que nunca me gustó fue mojarme bajo la lluvia.
Recuerdo que mis hijos cuando eran pequeños, los días de lluvia que estábamos en el huerto se ponía debajo de las canales inundando de risas la tarde. A su madre no le hacía mucha gracia, la verdad; se había olvidado de cuando a ella le gustaba pisar los charcos como a ti. Un bonito recuerdo. Un saludo desde mi mejana
Hola Pedro Luis, es cierto que me encanta la lluvia, y cuándo era pequeña, mi ilusión era pisar fuerte sobre los charcos que había formado el agua y romperlos en cascadas de gotas... y lo del 0 en urbanidad, y orden, eran reales, nunca me adapté a esas normas, de los zapatos impecablemente limpios...
Gracias Nena, por tus palabras en mi blog. Yo sí me he atrevido algunas veces, siendo ya adulta, a saltar sobre los charcos de agua, quizá para muchos sea una tonteria pero para mí es vivir desde la libertad, aquello que me echizaba de niña... es volver a sentir esa parte de mí, que está guardada en la memoria del alma, y me hizo ser como soy.
Gracias Trimbolera, creo que tu hijo era feliz sentándose en los charcos. Hoy son recuerdos muy lindos, que vivimos en una etapa de nuestras vidas. A mí siempre el agua de lluvia, me seduce el alma, y lo que sí hago hoy es tender mis manos hacia ella y sentir como afloran muchas vivencias.
Gracias Antonio, tu comentario me ha emocionado, porque has captado casi todas las sensaciones que siempre he sentido cuándo llueve... me gusta mucho ver llover, y mojarme con el agua de lluvia cuando no es muy intensa, es como dejar en libertad la niña pequeña que hay en mí, hablaba con la lluvia y ella me respondía...
Mi imaginación siempre ha volado muy alto, mis primeros años los pasé en el campo con mis padres que trabajaban en él, era vivir en un mundo de adultos, donde yo era la única niña, pero las flores, las mariposas, la lluvia, todos los pequeños animales hasta las hormigas, eran mis amigos, a estas les ponía miguitas de pan a la puerta del hormiguero. Y hablaba con todos, y ellos me respondían...Mas tarde supe lo que era imaginado y real, pero hoy aún, me gusta abrazarme al tronco de un árbol, y susurrarle secretos, o perderme por el campo donde se llena el alma de paz y armonías, escuchando sus ecos conocidos y añorados...
Gracias Capuchino de Silos por tus palabras en mi blog. Cuándo voy al tuyo recargo las pilas del alma, porque está lleno de paz y luz, luz que acaricia... y sobre todo siento tu inmensa fe.
Rafaela, es cierto que las botas katiuscas, eran mágicas... más que las de siete leguas del cuento de Pulgarcito. Y yo cuándo me las ponía era la reina de los charcos, porque el saltar sobre ellos, o sobre los carámbanos que se formaban tras una noche de intenso frío, y romperlos en mil esquirlas de luz... era toda una gozada.
Gracias Felipe, por ese comentario tan lindo sobre tus hijos. Y es que cuando somos niños no tenemos las etiquetas puestas, de seriedad, responsabilidad.. y todo es real, auténtico y lleno de magia.
Yo tengo guardados en la memoria del alma, noches de lluvia, cuando se iba la luz en mi pueblo, y sólo se escuchaba en la oscuridad, el sonido vibrante del agua cayendo por el canalón sobre las piedras de la calle...
Angeles,todas las mañas camino una hora y hoy cae una lluvia muy suave y apenas perceptible...La lluvia nos habla con suavidad y nos va lavando por dentro... Tu relato es presente y es real...Has cuidado esa niña,que caminaba al colegio disfrutando de la magia de la lluvia y nos has dejado tu imagen empapada,pero inmensamente feliz...Tus letras van cayendo cantarinas,húmedas y directas,como las gotas de agua y van lavando poco a poco el cristal empañado del tiempo...Tus letras nos han retornado a la niñez como un rito sagrado y necesario,Angeles. Gracias por esa calidez humana y calidad literaria,que nos regalas siempre en tus historias...Gracias por ser como eres... Mi felicitación y mi abrazo inmenso,maestra,poeta y compañera de letras. M.Jesús
El agua mansamente iba cayendo, como una sensación en nuestra acera, la tarde estaba gris sobremanera, y el ruido de su voz se estaba oyendo.
El dulce chapoteo, estoy siguiendo, corcel entre los charcos, en carrera, las katiuscas bailaban allí afuera, el vals que entre las aguas va corriendo.
Fuiste reina del charco consiguiente, saltando sin cesar, con alegría, llenabas de ilusión aquel ambiente,
poblándolo de luz y fantasía, qué hermosa es la niñez y cuán valiente, se entrega a la emoción día tras día.
Ángeles, es una belleza de texto. Sin duda la lluvia que tantas veces se le asocia a la tristeza, tiene mucho de serenidad, vida y magia. Y un estado de ánimo intimista y profundo. La niñez es ese territorio donde quedan sembrados recuerdos y momentos que florecen cuando lo regamos con la lluvia de la nostalgia. Felicitaciones por tus letras que tanto nos transmiten Un abrazo
Jaja. La lluvia, una puerta a la libertad. Así que, cómo no te ibas a sentir agradecida y a salir corriendo a darle la bienvenida. Era como una amiga cómplice que sabe lo que piensas sin que lo digas.
Los zapatos gorila junto a la típica pelota que regalaban al comprarlos ¡qué recuerdos nos traes Ángeles! Yo aún sigo pisando los charcos, solo que mis botas antes eran negras y ahora de lunares (a la vejez viruelas).
Un texto precioso y lleno de ternura.
Te dejo un beso enorme y mis felicitaciones por tus letras en el reto de nuestro querido Mos.
Que bonito has pintado la lluvia evocadora de tantos recuerdos!, acompasada con esas imàgenes tan preciosas, y las zapatos gorilla, o botas de hule como las que yo solìa ponerme, fantàstico! y listo a saltar sobre los charcos, a jugar permeando todas las actividades bajo la misma;
Es màs, recuerdo muchas canciones tan preciosas subyugàndonos aùn màs a su encanto. Pero no sigo màs, ahora me conformo tratando de contagiarme con los charcos de mis hijos menores, y por supuesto con sus sonrisas, y caidas a drede sobre la lodosa superficie....
Muy precioso texto Àngeles Un fuerte abrazo con mucho cariño!
Hola Ángeles, un hermoso relato que me lleva a mi niñez y a esas botas o zapatos gorila que nuestros padres nos compraban y no conseguíamos romperlos ni dando patadas a las piedras. Pero a mis hermanos y a mi no nos ponian un O las monjas era nuestro padre el que se encargaba de avisarnos en que los cuidásemos. Pero aún asi nos encantaban los charcos y en ellos disfrutábamos, y nos encargámos de llevarlos limpios a casa por la cuenta que nos tenia. Un abrazo muy fuerte.
Gracias María Jesús por las palabras que me dejas en mi blog. No sé bien porque la lluvia siempre ha tenido y tiene un hechizo para mí... cuándo es así, suave, como tu la has vivido esa mañana cuándo caminabas. Me llenaba el alma de una alegría infantil, cuándo podía ponerme mis botas katiuscas y saltar en los charcos de agua.
Ni el tiempo pasado han ajado nada este mágico anhelo de chapotear y jugar con la lluvia. Creo que es muy hermoso y bello, poder guardar en la memoria del alma, la niña interior, y sin contaminar que era. Muchas veces la cojo de la mano, y escucho aquello que me dice y vuelvo a ser niña-mujer.
Gracias por la calidez de tus palabras, gracias por estar en este presente virtual, y deade él ser mi amiga.
Un abrazo, ¡cómo la bolita del mundo! (Esta última frase, de la bolita, la decía mi niña chica) y hoy la he recuperado para ti.
Ay amigo Olegario... Si ya no sé que decirte que no te haya dicho, eres único y genial escribiendo poesía. No sé como lo haces, las palabras salen de tu alma, como las amapolas cuando cubren los campos con sus rojos vestidos, así de la nada... Ninguna estrofa te pone límites, y los sonetos, son poesía clásica que se ha utilizado más, pero es que tú escribres con la misma facilidad, liras, décimas... o lo que desees.
Y además como siempre, acaricias el alma con tus versos, y eso sabes que por muy humilde que seas y no quieras reconocerlo es así. Tu soneto está lleno de la alegría infantil que una niña, sentía con un inocente juego, me has leído el alma y eso Olegario, no hay palabras para decirte lo que he sentido con tu soneto.
Mil gracias Felicidad por tus bellas palabras, es cierto que la lluvia se asocia a melancolía muchas veces, pero es como se viva en el alma.
Para mi la lluvia suave me acaricia y me envuelve en los ecos de mi infancia, y lo mismo que hacía con los charcos de agua, lo hacía cuándo estos eran de carámbanos, eso de ver como sí saltaba sobre ellos se rompían en cristales de hielo, como pequeñas estrellas, era un regalo de felicidad.
Y tambien es muy cierto que la niñez es un territorio donde quedan guardados muchos recuerdos... sobre todo los que nos llenaron de alegría, y este es uno de ellos.
Bravo dafd, eso era, la puerta a la libertad, fuera de las rígidas normas de un colegio de monjas, me sentía como pez en el agua, saltando de charco en charco, y lo mejor de todo, era que no me podían castigar, ni poner el odioso 0 en orden y urbanidad. (Por cierto que esto de la urbanidad, nunca lo entendí bien lo que era, creía que era llevar sucios los zapatos)
Gracias a ti Mos, por haberme elegido como una de las ganadoras de Nostalgias, ha sido muy lindo el poder participar en ellas.
Y la lluvia... continua siendo igual de mágica para mí, y en ocasiones, sí he saltado sobre los charcos de agua y aunque he quedado más mojada que un pollo bajo la lluvia... me ha llenado de felicidad hacerlo, desquitándome la seriedad y el saber estar que se supone debemos demostrar los adultos, he vuelto a ser niña.
Teresa gracias primero por tu felicitación, como ganadora de las Nostalgias de Mos, para mí todas eran geniales y ha debido de ser muy difícil, elegir sólo a diez, gracias.
¡Y es cierto, regalaban una pelota con los zapatos gorilas, lo había olvidado, y tú me lo has recordado, eran horribles, y lo que pesaban y duraban para castigo nuestro. Me he reído con tus botas de lunares, yo las tengo verdes, verdes, y las utilizo cuándo voy en mi pueblo a pescar al río. Parezco Pulgarcito, con las botas de siete leguas del gigante... pero son guay.
Hola Francisco José, gracias por las palabras que dejas en mi blog. Me he dado cuenta, que todos hemos usado los pesados zapatos gorilas, junto con la pelota que regalaban ( esto me lo ha recordado Teresa)y botas Katiuscas... en verdad que son recuerdos nostálgicos de nuestra infancia...que están en una burbuja atemporal y mágica.
Sin embargo yo no me he quedado ahí, me hechiza ver llover suevemente, y ver como todo el campo se queda más verde, con un nuevo vestido policromado y brillante. Me gusta tender mis manos hacia esa lluvia y recibirla como un maná de vida...
Hola palabras al viento, gracias por detenerte en mi blog. Creo que a todos nos ha gustado pisar los charcos de agua y eso es un recuerdo que permanece vivo en el alma.
El agua de lluvia en las noches de invierno, arropadita en la cama y escuchando el agua caer sobre las piedras de la calle, me hacían también llorar algunas veces. Recordaba un pequeño poema, que ignoro su autor, pero me le aprendí, porque me impactó en el alma, decía...
En las heladas noches del frio invierno, ¿sabes tú lo que a veces me quita el sueño.? Pensar en esas niñas flacas y hambrientas que se mueren cantando sobre las puertas.
Y entonces rezaba por esas niñas, y le pedía a Dios, que la lluvia no la enviase muy fría, para que las niñas no se muriesen de frío.
¡Dios! cuántos recuerdos he recuperado con mi relato.
No sé qué decir. "La reina de los charcos " Una prosa perfecta técnicamente , llena de ternura. ENTRAÑABLE. "Y los recuerdos comienzan a llegar como las golondrinas con las alas abiertas, dibujando sonrisas t ecos de libertad ---" Es un texto precioso. Arrumacos para el alma. ¡Mis más sinceros plácemes !!Tus imágenes y todos los aditamentos me han dejado con la boca abierta ¡ME ENCANTA !!Eres una grande. besos de luz.
Hola Ángeles, esos charcos, ¿porqué nos traen tantos recuerdos ?,que gozada... Pero la mayor gozada ha sido leerlo en tu blog y disfrutar de esos recuerdos. Eres extremadamente especial y una gran poeta, mi más sincera felicitación amiga Ángeles. Un abrazo muy fuerte.
Querida Ángeles, no tengo palabras para expresar la gran alegría que siento siempre que veo tu blog, porque,¿qué puedo decirte? si ya te lo han dicho todo, eres especial y una gran escritora. Un saludo afectuoso.
Un bello y nostálgico relato. Comparto tu afición por los charcos, siempre me parecieron algo mágicos y también me encantaba pisarlos. Bueno, ahora que no nos oye nadie, te confesaré que no puedo resistir pisar alguno aunque no lleve botas de agua. Besos
¡¡¡ QUE MARAVILLA DE RELATO DE , LA REINA DE LOS CHARCOS !!! ¡ QUE BONITO SERIA ENCONTRARNOS DE NUEVO CON AQUELLA NIÑEZ QUE , A PARTE DE PISAR CHARCOS, TENIA LO MAS MARAVILLOSO QUE SE PUEDE POSEER...! LA INOCENCIA Y LA FELICIDAD ¡ QUIEN NO SE HA EMBARRADO DE AGUA Y BARRO EN LA NIÑEZ ? BESOS , CONCHITA
Hola querida Angeles Que precioso relato, a mi también me encanta la lluvia, y esa libertad que da la niñez, esa despreocupación, el sentir que todo es posible, mágico, alucinante... Es que todo es nuevo. Besos grandes.
Me encanta leerte Ángeles, transmites mucha alegría en tu relato, me ha encantado. Por cierto, ayer tuvimos una jornada muy especial en nuestra Tertulia. Pásate por el blog si puedes, te gustará. Un fuerte abrazo y feliz Domingo.
Angeles, Tu relato me ha llenado de recuerdos. A muchas personas los dias de lluvia le son tristes pero a mì me encantan esos dias, el ruido de la lluvia en la ventana es como una música deliciosa. Que decirte de los charcos, cuando era pequeña y es una cosa que la tengo siempre en mi mente, me encantaba meterme con mis botas de goma en ellos y andar lentamente para no mojarme.¡Que tiempos! Gracias por contar las cosas como tu lo haces. Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Hola Ángeles, he venido a conocerte un poco mas, y me encuentro que en tu blog llueve, no podrias darme mejor recibimientos, me encanta la lluvia, me doy un paseo para seguir viendo tus cosas y volveré mas veces. Saltos y brincos y chapoteos en tu charco
Hola Julie, qué alegría me has dado al encontrarte en mi blog. Es cierto que la lluvia y los cahrcos de agua, siempre me han hechizado, y eso de poder saltar de uno a otro era como una fiesta para mí.
Son recuerdos muy bellos que están en la memoria del alma.
Hola Ángeles, se me acaba de borrar el comentario y vuelvo a escribirte. Te decía que ahora en la edad adulta nos gustaría hacer esas travesuras que no se llevaron a cabo y que un día tú y yo vamos saltar dentro de un charco, todo lo que queramos y con gran alborozo. Es curioso que por entonces no nos dejaran y hoy se considere una actividad de psicomotricidad que sirve para compartir experiencias y para la exploración sensorial, lo mismo que chapotear en la bañera y tirar piedras en un río. Iremos con impermeable y pantalones viejos, después nos cambiaremos de ropa y nos tomaremos algo caliente. Un beso y feliz semana.
ANGELES; QUE HERMOSA HISTORIA , ME HICISTE TRANSPORTAR TAMBIÉN A MI NIÑEZ POR AQUELLOS CAMINOS DE TIERRA DE MI ALDEA EN GALICIA, CON LOS ZUECOS , CHAPETONADA EN EL BARRO EN ESOS DÍAS DE LLUVIA MUY TRADICIONAL EN TODO GALICIA.- GRACIAS POR TU VISITA Y FUERTE BESO.-
Hola Trini, es cierto que de los zapatos gorilas, sólo la pelota que traían en la caja era lo que nos gustaba. Era mucho mejor, calzarse las botas katiuscas y poder ir de charco en charco... con la alegría como compañera.
María del Carmen, gracias por tus bellas palabras a mi relato y a mi blog. Tengo muy poco tiempo libre, pero siempre que puedo, este es mi refugio donde me acuno y dejo mecer con la brisa de las palabras.
Y sí, es cierto que me gustaba muchísimo saltar sobre los charos de agua... incluso hoy, me atrevo con los chiquitos, porque si no terminaría como un pollo mojado.
Como siempre mis gracias a ti, por legar hasta mi blog, halconcien. Los recuerdos que tenemos en el alma, no se borran nunca, forman parte de la mochila de la vida que todos llevamos, y si son alegres brillan como estrellas de luz.
Gracias Letras de papel por tus palabras en mi blog. Me encanta escribir, unas veces mejor y otras menos, pero son sentimientos de mi alma que necesito dejarlos en libertad, para que vuelen..
Perdona, por no haberte contestado antes, no he podido hacerlo.
Ayyyy, Mª Teresa, que eso mismo me continúa pasando a mí... algunas veces siento como una pequeña nostalgia de lo que he gozado con los charcos de agua, la lluvia, y después el barro que le utilizaba para hacer figuritas del Belén de Navidad... Todos esos recuerdos habitan en mí, y son muy lindos.
Hola Conchita, gracias por ese torrente de palabras llenas de alegría que me dejas en el blog. Sin tener casi ningún juguete importante, encontrábamos en la Naturaleza, cosas con las que jugar, y nuestra imaginación las convertía en algo maravilloso.
Los recuerdos son como aleteos de mariposas sutiles que engarzan sentimientos.
Gracias Luján es cierto lo que dices...¿ a quién no le ha gustado de niños, jugar con el agua de lluvia, y con las huellas dejadas en los charcos? Era como un día de feria y alegría, que sólo la inocencia convierte en magia, y han quedado en la memoria del alma.
Gracias Pepe, ya me he pasado por tu blog, de veras que tiene que sentirse en el alma algo muy especial y lleno de luz.
Dices que mis relatos transmiten mucha alegría... sí, algunas veces sí, pero cuando me llora el alma, lo que sientoes dolor, y de la misma forma lo plasmo, sólo es dejar que desde el alma salgan los sentimientos.
Teresa, mis gracias a ti por acercarte a mi espacio con tus lindas palabras. ¿sabes? no imaginaba que hubiese tantas personas que tuviesen el mismo recuerdo que yo vivo en mi relato.
Fueron días de magia de una infancia feliz, llena de estrellas que se quedaron guardaditas en la memoria del alma
Un abrazo con mi cariño y gracias por tu amistad y cercanía.
Hracias Ester por llegar a mi blog, puedes brincar y chapotear como tu lo desees, siempre serás bien acogida.
Es cierto que la lluvia de nuestra infancia, lavó muchas suplencias de juguetes, y nos llenó de felicidad, y ese recuerdo son como vitaminas para el alma.
Guayyyy lo que propones Loli, me apunto para cuando surja la ocasión. Ahora cuando los niños se mueven menos, es cuando los médicos se están dando cuenta que muchos no tienen la psicomotriz que deberían tener, y es que los juguetes de hoy, y su tren de maquinitas y video juegos, les hace ser unos robots, en vez de niños que juegan, corren y se mueven como es lo fundamental en esta etapa de su desarrollo.
Mil gracias por tu amistad y cercanía, y un abrazo con mi cariño.
Gracias Thony por dejarme tus mágicos recuerdos en mi blog, es cierto que en tu tierra, debía ser aún más hechizante el chapotear por los charcos, porque llueve más qu.e en el resto de España...
Hoy, a pesar de ser adulta, me continúan llamando los charcos, con su voz de agua, y algunas veces, les escucho, y piso en ellos...
A ti que has llegado a mi blog, te recibo con una cálida acogida…¡ se bienvenid@! Los relatos que puedes encontrar aquí, son pequeños ...
Nací en Extremadura… muy pronto me trasplantaron a la gran ciudad. Por eso necesito como golondrina emigrante, regresar a mi nido y llenarme de vitaminas de luz, armonías, serenidades, cielos… Soy profesora de secundaria, apasionada, vital, rebelde, idealista, sincera y una luchadora contra cualquier injusticia o violación. Me apasionan la naturaleza, perderme por sus paisajes con el alma en la mirada, mi familia, mis amigos, los libros y todo lo que me cosquillea el alma Amo la libertad, la integridad, la generosidad callada, el respeto y a los hacedores anónimos de estrellas que desde el silencio siembran semillas de luz.
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¡¡¡Que bonito Relato sobre la Reina de los Charcos!!! Volver a la Infancia y recordar esos momentos, sintiendo la caricia de las gotas de la lluvia que tienen la misma forma que ese miserable 0 que nos reducía esa Libertad inherente a nuestra edad.
ResponderEliminarAbrazos.
Encantador relato, Ángeles. A mi es que también me ha gustado siempre la lluvia. Y qué pena ¿no? De pequeña era el 0 por zapatos sucios, aunque esos días de botas te liberabas, podías disfrutar siendo la Reina de los Charcos. Ya de mayor no hay botas que nos liberen, a menos que estemos dispuestas a que nos miren raro. ¡Si nos atreviéramos!
ResponderEliminarUn beso
La atracción de los charcos!!
ResponderEliminarMi hijo no se contentaba con pisarlos, se sentaba en ellos !!
Precioso relato.
Encantador relato, Ángeles, de una época que no ha pasado, sólo ha sido sustituida por eso que denominan moderno. Y no ha pasado porque ha sido una época feliz, dura pero muy feliz. A los gorilas había que añadir las katiuskas- Con ambos uno podía caminar por el grácil espejo donde se miraba el sol tras la lluvia. Como a ti, siempre me ha ensimismado la lluvia al caer. Su monotonía hacía que no parpadease y me comunicara con ella pero jamás me ha gustado que el aguacero me cayese encima.
ResponderEliminarReina de los Charcos, espero que sigas disfrutando de tu reinado cuando una lluvia pertinaz llene las oquedades y forme charcos con agua serena, esperándote para jugar contigo.
Un fuerte abrazo, querida Ángeles.
Qué bonita e ilustrada entrada; está toda ella cargada de sensibilidad.
ResponderEliminarMe ha encantado. Felicidades.
Muchas gracias.
Un fuerte abrazo
Angeles, como has disfrutado con tu relato volviendo a la infancia recordando la lluvia y los charcos. Me has hecho recordar mis botas katiuscas, lo que nunca me gustó fue mojarme bajo la lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo que mis hijos cuando eran pequeños, los días de lluvia que estábamos en el huerto se ponía debajo de las canales inundando de risas la tarde. A su madre no le hacía mucha gracia, la verdad; se había olvidado de cuando a ella le gustaba pisar los charcos como a ti. Un bonito recuerdo. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarHola Pedro Luis, es cierto que me encanta la lluvia, y cuándo era pequeña, mi ilusión era pisar fuerte sobre los charcos que había formado el agua y romperlos en cascadas de gotas... y lo del 0 en urbanidad, y orden, eran reales, nunca me adapté a esas normas, de los zapatos impecablemente limpios...
ResponderEliminarUn abrazo desde mis alas libres de golondrina.
Gracias Nena, por tus palabras en mi blog. Yo sí me he atrevido algunas veces, siendo ya adulta, a saltar sobre los charcos de agua, quizá para muchos sea una tonteria pero para mí es vivir desde la libertad, aquello que me echizaba de niña... es volver a sentir esa parte de mí, que está guardada en la memoria del alma, y me hizo ser como soy.
ResponderEliminarUn abrazo... con una lluvia de felicidad.
Gracias Trimbolera, creo que tu hijo era feliz sentándose en los charcos. Hoy son recuerdos muy lindos, que vivimos en una etapa de nuestras vidas. A mí siempre el agua de lluvia, me seduce el alma, y lo que sí hago hoy es tender mis manos hacia ella y sentir como afloran muchas vivencias.
ResponderEliminarUn beso con una lluvia de felicidad.
Gracias Antonio, tu comentario me ha emocionado, porque has captado casi todas las sensaciones que siempre he sentido cuándo llueve... me gusta mucho ver llover, y mojarme con el agua de lluvia cuando no es muy intensa, es como dejar en libertad la niña pequeña que hay en mí, hablaba con la lluvia y ella me respondía...
ResponderEliminarMi imaginación siempre ha volado muy alto, mis primeros años los pasé en el campo con mis padres que trabajaban en él, era vivir en un mundo de adultos, donde yo era la única niña, pero las flores, las mariposas, la lluvia, todos los pequeños animales hasta las hormigas, eran mis amigos, a estas les ponía miguitas de pan a la puerta del hormiguero. Y hablaba con todos, y ellos me respondían...Mas tarde supe lo que era imaginado y real, pero hoy aún, me gusta abrazarme al tronco de un árbol, y susurrarle secretos, o perderme por el campo donde se llena el alma de paz y armonías, escuchando sus ecos conocidos y añorados...
Un abrazo con cariño
Gracias Capuchino de Silos por tus palabras en mi blog. Cuándo voy al tuyo recargo las pilas del alma, porque está lleno de paz y luz, luz que acaricia... y sobre todo siento tu inmensa fe.
ResponderEliminarUn abrazo desde un lugar del corazón.
Rafaela, es cierto que las botas katiuscas, eran mágicas... más que las de siete leguas del cuento de Pulgarcito. Y yo cuándo me las ponía era la reina de los charcos, porque el saltar sobre ellos, o sobre los carámbanos que se formaban tras una noche de intenso frío, y romperlos en mil esquirlas de luz... era toda una gozada.
ResponderEliminarUn abrazo con mi cariño.
Gracias Felipe, por ese comentario tan lindo sobre tus hijos. Y es que cuando somos niños no tenemos las etiquetas puestas, de seriedad, responsabilidad.. y todo es real, auténtico y lleno de magia.
ResponderEliminarYo tengo guardados en la memoria del alma, noches de lluvia, cuando se iba la luz en mi pueblo, y sólo se escuchaba en la oscuridad, el sonido vibrante del agua cayendo por el canalón sobre las piedras de la calle...
Un abrazo con cariño.
Angeles,todas las mañas camino una hora y hoy cae una lluvia muy suave y apenas perceptible...La lluvia nos habla con suavidad y nos va lavando por dentro...
ResponderEliminarTu relato es presente y es real...Has cuidado esa niña,que caminaba al colegio disfrutando de la magia de la lluvia y nos has dejado tu imagen empapada,pero inmensamente feliz...Tus letras van cayendo cantarinas,húmedas y directas,como las gotas de agua y van lavando poco a poco el cristal empañado del tiempo...Tus letras nos han retornado a la niñez como un rito sagrado y necesario,Angeles.
Gracias por esa calidez humana y calidad literaria,que nos regalas siempre en tus historias...Gracias por ser como eres...
Mi felicitación y mi abrazo inmenso,maestra,poeta y compañera de letras.
M.Jesús
LA REINA DE LOS CHARCOS
El agua mansamente iba cayendo,
como una sensación en nuestra acera,
la tarde estaba gris sobremanera,
y el ruido de su voz se estaba oyendo.
El dulce chapoteo, estoy siguiendo,
corcel entre los charcos, en carrera,
las katiuscas bailaban allí afuera,
el vals que entre las aguas va corriendo.
Fuiste reina del charco consiguiente,
saltando sin cesar, con alegría,
llenabas de ilusión aquel ambiente,
poblándolo de luz y fantasía,
qué hermosa es la niñez y cuán valiente,
se entrega a la emoción día tras día.
O.Z.M.
Nota.- Muchas felicidades y un fuerte abrazo.
Ángeles, es una belleza de texto.
ResponderEliminarSin duda la lluvia que tantas veces se le asocia a la tristeza, tiene mucho de serenidad, vida y magia. Y un estado de ánimo intimista y profundo.
La niñez es ese territorio donde quedan sembrados recuerdos y momentos que florecen cuando lo regamos con la lluvia de la nostalgia.
Felicitaciones por tus letras que tanto nos transmiten
Un abrazo
Jaja. La lluvia, una puerta a la libertad. Así que, cómo no te ibas a sentir agradecida y a salir corriendo a darle la bienvenida. Era como una amiga cómplice que sabe lo que piensas sin que lo digas.
ResponderEliminarNo estaría de más volver a ser la reina de los charcos por un día. Volver a ser niña y a querer la lluvia y sentirla.
ResponderEliminarÁngeles gracias por participar en el reto y por tus comentarios.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Los zapatos gorila junto a la típica pelota que regalaban al comprarlos ¡qué recuerdos nos traes Ángeles! Yo aún sigo pisando los charcos, solo que mis botas antes eran negras y ahora de lunares (a la vejez viruelas).
ResponderEliminarUn texto precioso y lleno de ternura.
Te dejo un beso enorme y mis felicitaciones por tus letras en el reto de nuestro querido Mos.
Que bonito has pintado la lluvia evocadora de tantos recuerdos!, acompasada con esas imàgenes tan preciosas, y las zapatos gorilla, o botas de hule como las que yo solìa ponerme, fantàstico! y listo a saltar sobre los charcos, a jugar permeando todas las actividades bajo la misma;
ResponderEliminarEs màs, recuerdo muchas canciones tan preciosas subyugàndonos aùn màs a su encanto.
Pero no sigo màs, ahora me conformo tratando de
contagiarme con los charcos de mis hijos menores, y
por supuesto con sus sonrisas, y caidas a drede sobre la
lodosa superficie....
Muy precioso texto Àngeles
Un fuerte abrazo
con mucho cariño!
Hola Ángeles, un hermoso relato que me lleva a mi niñez y a esas botas o zapatos gorila que nuestros padres nos compraban y no conseguíamos romperlos ni dando patadas a las piedras. Pero a mis hermanos y a mi no nos ponian un O las monjas era nuestro padre el que se encargaba de avisarnos en que los cuidásemos. Pero aún asi nos encantaban los charcos y en ellos disfrutábamos, y nos encargámos de llevarlos limpios a casa por la cuenta que nos tenia.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Gracias María Jesús por las palabras que me dejas en mi blog. No sé bien porque la lluvia siempre ha tenido y tiene un hechizo para mí... cuándo es así, suave, como tu la has vivido esa mañana cuándo caminabas. Me llenaba el alma de una alegría infantil, cuándo podía ponerme mis botas katiuscas y saltar en los charcos de agua.
ResponderEliminarNi el tiempo pasado han ajado nada este mágico anhelo de chapotear y jugar con la lluvia. Creo que es muy hermoso y bello, poder guardar en la memoria del alma, la niña interior, y sin contaminar que era. Muchas veces la cojo de la mano, y escucho aquello que me dice y vuelvo a ser niña-mujer.
Gracias por la calidez de tus palabras, gracias por estar en este presente virtual, y deade él ser mi amiga.
Un abrazo, ¡cómo la bolita del mundo! (Esta última frase, de la bolita, la decía mi niña chica) y hoy la he recuperado para ti.
Ay amigo Olegario... Si ya no sé que decirte que no te haya dicho, eres único y genial escribiendo poesía. No sé como lo haces, las palabras salen de tu alma, como las amapolas cuando cubren los campos con sus rojos vestidos, así de la nada... Ninguna estrofa te pone límites, y los sonetos, son poesía clásica que se ha utilizado más, pero es que tú escribres con la misma facilidad, liras, décimas... o lo que desees.
ResponderEliminarY además como siempre, acaricias el alma con tus versos, y eso sabes que por muy humilde que seas y no quieras reconocerlo es así. Tu soneto está lleno de la alegría infantil que una niña, sentía con un inocente juego, me has leído el alma y eso Olegario, no hay palabras para decirte lo que he sentido con tu soneto.
Un abrazo desde mis alas libre de golondrina.
Mil gracias Felicidad por tus bellas palabras, es cierto que la lluvia se asocia a melancolía muchas veces, pero es como se viva en el alma.
ResponderEliminarPara mi la lluvia suave me acaricia y me envuelve en los ecos de mi infancia, y lo mismo que hacía con los charcos de agua, lo hacía cuándo estos eran de carámbanos, eso de ver como sí saltaba sobre ellos se rompían en cristales de hielo, como pequeñas estrellas, era un regalo de felicidad.
Y tambien es muy cierto que la niñez es un territorio donde quedan guardados muchos recuerdos... sobre todo los que nos llenaron de alegría, y este es uno de ellos.
Un abrazo con mi cariño.
Bravo dafd, eso era, la puerta a la libertad, fuera de las rígidas normas de un colegio de monjas, me sentía como pez en el agua, saltando de charco en charco, y lo mejor de todo, era que no me podían castigar, ni poner el odioso 0 en orden y urbanidad.
ResponderEliminar(Por cierto que esto de la urbanidad, nunca lo entendí bien lo que era, creía que era llevar sucios los zapatos)
Un abrazo desde mis alas libres de golondrina.
Gracias a ti Mos, por haberme elegido como una de las ganadoras de Nostalgias, ha sido muy lindo el poder participar en ellas.
ResponderEliminarY la lluvia... continua siendo igual de mágica para mí, y en ocasiones, sí he saltado sobre los charcos de agua y aunque he quedado más mojada que un pollo bajo la lluvia... me ha llenado de felicidad hacerlo, desquitándome la seriedad y el saber estar que se supone debemos demostrar los adultos, he vuelto a ser niña.
Un abrazo con cariño
Teresa gracias primero por tu felicitación, como ganadora de las Nostalgias de Mos, para mí todas eran geniales y ha debido de ser muy difícil, elegir sólo a diez, gracias.
ResponderEliminar¡Y es cierto, regalaban una pelota con los zapatos gorilas, lo había olvidado, y tú me lo has recordado, eran horribles, y lo que pesaban y duraban para castigo nuestro. Me he reído con tus botas de lunares, yo las tengo verdes, verdes, y las utilizo cuándo voy en mi pueblo a pescar al río. Parezco Pulgarcito, con las botas de siete leguas del gigante... pero son guay.
Cariños con un abrazo grandote.
Hola Francisco José, gracias por las palabras que dejas en mi blog. Me he dado cuenta, que todos hemos usado los pesados zapatos gorilas, junto con la pelota que regalaban ( esto me lo ha recordado Teresa)y botas Katiuscas... en verdad que son recuerdos nostálgicos de nuestra infancia...que están en una burbuja atemporal y mágica.
ResponderEliminarSin embargo yo no me he quedado ahí, me hechiza ver llover suevemente, y ver como todo el campo se queda más verde, con un nuevo vestido policromado y brillante. Me gusta tender mis manos hacia esa lluvia y recibirla como un maná de vida...
Un abrazo con cariño.
Hola palabras al viento, gracias por detenerte en mi blog. Creo que a todos nos ha gustado pisar los charcos de agua y eso es un recuerdo que permanece vivo en el alma.
ResponderEliminarEl agua de lluvia en las noches de invierno, arropadita en la cama y escuchando el agua caer sobre las piedras de la calle, me hacían también llorar algunas veces. Recordaba un pequeño poema, que ignoro su autor, pero me le aprendí, porque me impactó en el alma, decía...
En las heladas noches
del frio invierno,
¿sabes tú lo que a veces
me quita el sueño.?
Pensar en esas niñas
flacas y hambrientas
que se mueren cantando
sobre las puertas.
Y entonces rezaba por esas niñas, y le pedía a Dios, que la lluvia no la enviase muy fría, para que las niñas no se muriesen de frío.
¡Dios! cuántos recuerdos he recuperado con mi relato.
Un abrazo con estrellas de felicidad.
Los charcos, la lluvia, siempre me han fascinado, incluso ahora, por eso me ha encantado este poema tuyo. Precioso. Pleno. Un beso.
ResponderEliminar´Sí que te ha despertado os recuerdos la lluvia.
ResponderEliminarEsos "Gorilas" sólo me gustaban por la pelota verde que venía en la caja.
A todos nos ha gustado pisar charcos. era como desafiar órdenes:)
Saludos y lluvia
No sé qué decir. "La reina de los charcos " Una prosa perfecta técnicamente , llena de ternura.
ResponderEliminarENTRAÑABLE. "Y los recuerdos comienzan a llegar como las golondrinas con las alas abiertas, dibujando sonrisas t ecos de libertad ---" Es un texto precioso. Arrumacos para el alma. ¡Mis más sinceros plácemes !!Tus imágenes y todos los aditamentos me han dejado con la boca abierta ¡ME ENCANTA !!Eres una grande. besos de luz.
Hola Ángeles, esos charcos, ¿porqué nos traen tantos recuerdos ?,que gozada...
ResponderEliminarPero la mayor gozada ha sido leerlo en tu blog y disfrutar de esos recuerdos.
Eres extremadamente especial y una gran poeta, mi más sincera felicitación amiga Ángeles.
Un abrazo muy fuerte.
Querida Ángeles, no tengo palabras para expresar la gran alegría que siento siempre que veo tu blog, porque,¿qué puedo decirte? si ya te lo han dicho todo, eres especial y una gran escritora.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Un bello y nostálgico relato.
ResponderEliminarComparto tu afición por los charcos, siempre me parecieron algo mágicos y también me encantaba pisarlos. Bueno, ahora que no nos oye nadie, te confesaré que no puedo resistir pisar alguno aunque no lleve botas de agua.
Besos
¡¡¡ QUE MARAVILLA DE RELATO DE , LA REINA DE LOS CHARCOS !!! ¡ QUE BONITO SERIA ENCONTRARNOS DE
ResponderEliminarNUEVO CON AQUELLA NIÑEZ QUE , A PARTE DE PISAR CHARCOS, TENIA LO MAS MARAVILLOSO QUE SE PUEDE POSEER...! LA INOCENCIA Y LA FELICIDAD
¡ QUIEN NO SE HA EMBARRADO DE AGUA Y BARRO EN LA NIÑEZ ? BESOS , CONCHITA
Hola querida Angeles
ResponderEliminarQue precioso relato, a mi también me encanta la lluvia, y esa libertad que da la niñez, esa despreocupación, el sentir que todo es posible, mágico, alucinante... Es que todo es nuevo.
Besos grandes.
Me encanta leerte Ángeles, transmites mucha alegría en tu relato, me ha encantado. Por cierto, ayer tuvimos una jornada muy especial en nuestra Tertulia. Pásate por el blog si puedes, te gustará. Un fuerte abrazo y feliz Domingo.
ResponderEliminarAngeles, Tu relato me ha llenado de recuerdos. A muchas personas los dias de lluvia le son tristes pero a mì me encantan esos dias, el ruido de la lluvia en la ventana es como una música deliciosa.
EliminarQue decirte de los charcos, cuando era pequeña y es una cosa que la tengo siempre en mi mente, me encantaba meterme con mis botas de goma en ellos y andar lentamente para no mojarme.¡Que tiempos!
Gracias por contar las cosas como tu lo haces.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Hola Ángeles, he venido a conocerte un poco mas, y me encuentro que en tu blog llueve, no podrias darme mejor recibimientos, me encanta la lluvia, me doy un paseo para seguir viendo tus cosas y volveré mas veces. Saltos y brincos y chapoteos en tu charco
ResponderEliminarHola Julie, qué alegría me has dado al encontrarte en mi blog. Es cierto que la lluvia y los cahrcos de agua, siempre me han hechizado, y eso de poder saltar de uno a otro era como una fiesta para mí.
ResponderEliminarSon recuerdos muy bellos que están en la memoria del alma.
Un abrazo con mi cariño
Hola Ángeles, se me acaba de borrar el comentario y vuelvo a escribirte.
ResponderEliminarTe decía que ahora en la edad adulta nos gustaría hacer esas travesuras que no se llevaron a cabo y que un día tú y yo vamos saltar dentro de un charco, todo lo que queramos y con gran alborozo.
Es curioso que por entonces no nos dejaran y hoy se considere una actividad de psicomotricidad que sirve para compartir experiencias y para la exploración sensorial, lo mismo que chapotear en la bañera y tirar piedras en un río. Iremos con impermeable y pantalones viejos, después nos cambiaremos de ropa y nos tomaremos algo caliente.
Un beso y feliz semana.
ANGELES; QUE HERMOSA HISTORIA , ME HICISTE TRANSPORTAR TAMBIÉN A MI NIÑEZ POR AQUELLOS CAMINOS DE TIERRA DE MI ALDEA EN GALICIA, CON LOS ZUECOS , CHAPETONADA EN EL BARRO EN ESOS DÍAS DE LLUVIA MUY TRADICIONAL EN TODO GALICIA.-
ResponderEliminarGRACIAS POR TU VISITA Y FUERTE BESO.-
Hola Trini, es cierto que de los zapatos gorilas, sólo la pelota que traían en la caja era lo que nos gustaba. Era mucho mejor, calzarse las botas katiuscas y poder ir de charco en charco... con la alegría como compañera.
ResponderEliminarGracias por tu cercanía. Un abrazo
María del Carmen, gracias por tus bellas palabras a mi relato y a mi blog. Tengo muy poco tiempo libre, pero siempre que puedo, este es mi refugio donde me acuno y dejo mecer con la brisa de las palabras.
ResponderEliminarY sí, es cierto que me gustaba muchísimo saltar sobre los charos de agua... incluso hoy, me atrevo con los chiquitos, porque si no terminaría como un pollo mojado.
Un abrazo con estrellas de felicidad.
Como siempre mis gracias a ti, por legar hasta mi blog, halconcien. Los recuerdos que tenemos en el alma, no se borran nunca, forman parte de la mochila de la vida que todos llevamos, y si son alegres brillan como estrellas de luz.
ResponderEliminarUn abrazo con alas de libertad.
Gracias Letras de papel por tus palabras en mi blog. Me encanta escribir, unas veces mejor y otras menos, pero son sentimientos de mi alma que necesito dejarlos en libertad, para que vuelen..
ResponderEliminarPerdona, por no haberte contestado antes, no he podido hacerlo.
Un abrazo con destellos de felicidad.
Ayyyy, Mª Teresa, que eso mismo me continúa pasando a mí... algunas veces siento como una pequeña nostalgia de lo que he gozado con los charcos de agua, la lluvia, y después el barro que le utilizaba para hacer figuritas del Belén de Navidad... Todos esos recuerdos habitan en mí, y son muy lindos.
ResponderEliminarUn abrazo con mi cariño.
Hola Conchita, gracias por ese torrente de palabras llenas de alegría que me dejas en el blog. Sin tener casi ningún juguete importante, encontrábamos en la Naturaleza, cosas con las que jugar, y nuestra imaginación las convertía en algo maravilloso.
ResponderEliminarLos recuerdos son como aleteos de mariposas sutiles que engarzan sentimientos.
Gracias por tu cercanía y un gran abrazo.
Gracias Luján es cierto lo que dices...¿ a quién no le ha gustado de niños, jugar con el agua de lluvia, y con las huellas dejadas en los charcos? Era como un día de feria y alegría, que sólo la inocencia convierte en magia, y han quedado en la memoria del alma.
ResponderEliminarUn abrazo desde un lugar del corazón.
Gracias Pepe, ya me he pasado por tu blog, de veras que tiene que sentirse en el alma algo muy especial y lleno de luz.
ResponderEliminarDices que mis relatos transmiten mucha alegría... sí, algunas veces sí, pero cuando me llora el alma, lo que sientoes dolor, y de la misma forma lo plasmo, sólo es dejar que desde el alma salgan los sentimientos.
Un abrazo desde mis alas libres de golondrina.
Teresa, mis gracias a ti por acercarte a mi espacio con tus lindas palabras. ¿sabes? no imaginaba que hubiese tantas personas que tuviesen el mismo recuerdo que yo vivo en mi relato.
ResponderEliminarFueron días de magia de una infancia feliz, llena de estrellas que se quedaron guardaditas en la memoria del alma
Un abrazo con mi cariño y gracias por tu amistad y cercanía.
Hracias Ester por llegar a mi blog, puedes brincar y chapotear como tu lo desees, siempre serás bien acogida.
ResponderEliminarEs cierto que la lluvia de nuestra infancia, lavó muchas suplencias de juguetes, y nos llenó de felicidad, y ese recuerdo son como vitaminas para el alma.
Un abrazo con un rayo de sol.
Guayyyy lo que propones Loli, me apunto para cuando surja la ocasión. Ahora cuando los niños se mueven menos, es cuando los médicos se están dando cuenta que muchos no tienen la psicomotriz que deberían tener, y es que los juguetes de hoy, y su tren de maquinitas y video juegos, les hace ser unos robots, en vez de niños que juegan, corren y se mueven como es lo fundamental en esta etapa de su desarrollo.
ResponderEliminarMil gracias por tu amistad y cercanía, y un abrazo con mi cariño.
Gracias Thony por dejarme tus mágicos recuerdos en mi blog, es cierto que en tu tierra, debía ser aún más hechizante el chapotear por los charcos, porque llueve más qu.e en el resto de España...
ResponderEliminarHoy, a pesar de ser adulta, me continúan llamando los charcos, con su voz de agua, y algunas veces, les escucho, y piso en ellos...
Un abrazo con estrellas de felicidad