lunes, 16 de mayo de 2011

EL NIÑO CABRERO

                                 (In memoriam... Francisco Olmos)
Kiyo tenía 14 años, era el cabrero de una perdida alquería de las Hurdes. Cada mañana recogía las cabras de sus vecinos y las llevaba a pastar, buscando en el océano de pizarras que todo lo llena, escondidos calveros de hierba donde pudiesen comer. Conocía cada rincón de esta tierra sin tierra, sembrada de barrancos y pizarrales rojizos de flor de espliego, donde la vida parece haberse detenido en un tiempo sin tiempo.

En su piel, el sol, el viento, las heladas...habían dejado su dura firma, no conocía otra vida. Comenzó siendo un niño, con sólo 9 años ya ayudaba a su padre en esta tierra sin pan, que se descuelga hasta las riberas del río Hurdano desvestida de un suelo fértil que no preña los sueños ni las semillas. Al anochecer volvía a la alquería con las cabras que ya habían llenado sus estómagos entre peñascales y riscos escondidos donde crece algo de hierba. Cuando murió su padre, él había heredado este oficio, porque era el mayor de los hermanos y debía ser el hombre de la casa.
¡Hoy no regresó, sólo lo hicieron las cabras…!todos supieron que algo le había ocurrido. Y con el alma llagada comenzaron a buscarle en el laberinto de pizarras y las escarpadas vertientes del río. El eco de sus voces llamándole, rebotó por las cortantes barranqueras sembrando dolor. Al tercer día su cuerpo de adolescente apareció en el fondo de un pizarral amortajado con su propia sangre.

¡Las palabras habían huido, tan sólo el dolor habitaba el alma de todos cuando fue llevado al cementerio, el alma gritaba desgarrada en un mudo silencio de resignación curtida, donde hasta las lágrimas no podían salir de los ojos, porque como la tierra que habitaban se habían secado en sufrimientos estériles.!

Su hermano Chano de 13 años, ha vuelto a heredar este trabajo... ¡las cabras llevan tres días sin comer y debe sacarlas hacia los altos riscos , donde crecen  los pastos... Mira la caja donde Kiyo se va para siempre, tiene los ojos cegados por la sal de las lágrimas y tragándose su dolor, se pierde entre los negros pizarrales... ¡Sabe que ahora él debe ser el hombre de la casa y cuidar de madre, y de sus cuatro hermanos pequeños!

12 comentarios:

  1. Qué triste y qué bello. Es, o más bien era, la realidad de muchos niños obligados a ser hombres por la necesidad.

    Me ha encantado leerte.

    esos

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  2. Es cierto María... ha habido tantos niños, y aún continua habiéndolos, que sin tener una infancia de juegos y risas, se ven obligados por diferentes causas, a ser adultos desde su mutilada niñez.
    Gracias por dejarme tu huella, y un abrazo desde un lugar del corazón

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  3. Tremenda y triste historia la que nos traes, ante la que casi es imposible contener las lágrimas.
    Un beso.

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  4. Hola María, es una historia triste pero real, y no se necesita irnos al tercer mundo, también en España hay niños que desconocen lo que es una infancia de risas y juegos.

    Un beso.

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  5. Nines, hermoso poema lleno de razón, una reflexión sobre el trabajo infantil cuando, como en este caso, las circunstancias obligan.
    No es extraño que la madurez llegue pronto cuando hay adversidad.
    un abrazo.

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  6. Navego periódicamente por tu blog que me parece excelente y me posé en este último trabajo tuyo no porque crea que sea superior a ningún otro (simplemente diferente) si no porque quiero dejarte expresado que me gusta mucho como es tu prosa. Continuaré, obviamente, visitándote.
    Gracias por dejarme verte como seguidora en mi modesto blog.
    Un abrazo muy fuerte.

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  7. Precioso relato.Duro y real, como es la vida en el campo y el sacrificio del día a día para poder tener un algo que comer.Estos niños si que saben apreciar y valorar lo que tienen. Nuestros niños de ciudad lo tienen todo y no conocen de sacrificio y de trabajo. Muy buen relato Ángeles cargado de dolor y de responsabilidad heredada. Saludos ESPE

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  8. Loli, gracias por visitarme, el relato está basado en un hecho real y lo doloroso es que continua sin haber cambiado nada en el día a día de estos niños-hombres, sin infancia, sin estrellas en las manos... y sin tejer sueños.
    Un abrazo.

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  9. Jorge gracias por tus palabras, y decirte que tus blogs son también geniales, tienes una creatividad maravillosa que se plasma en ellos... ¡es todo un lujo adentrarse por sus senderos!

    Mis saludos.

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  10. Pencies, gracias por pasarte por mi blog, tienes razón, hay mucha diferencia entre niños que tienen de todo, hasta otros que sólo tienen trabajos que desnudan su alma de niños...

    Un abrazo.

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  11. Hola Ángeles, muchas gracias por hacerte seguidora de uno de mis blogs, agradezco mucho tu deferencia.
    Me encanta tu blog, tu forma de presentarlo y de escribir. Me ha conmovido esta historia real. Me ha retornado al pasado, cuando yo era niña y teníamos cabras y recuerdo el cabrero y sus días de entrega al ganado... Te felicito sinceramente. Y quedo muy agradecida. Un fuerte abrazo, Julie (Ultimamente tengo problemas con google para dejar mensajes)

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  12. Eltiempohabitado, gracias por llegar a mi blog... ¡y si he conseguido que brille un destello de tus recuerdos, con mi Niño cabrero, me alegro, porque ellos son ecos dormidos que nos llenan en una burbuja intemporal en un lugar del alma!

    Un abrazo.

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