La tarde era como un sueño maravilloso después de días confinados por el maldito virus, estaba en mi pueblo, respiraba libertad, bebía la luz del sol y una brisa cantarina se enredaba en las encinas y acariciaba mi rostro. Estaba en la orilla del rio en mi lugar escondido, allí donde mi alma se conecta con la naturaleza virgen y siento que yo soy parte de ella.
Me gusta nadar en esas cristalinas aguas y pescar con anzuelos no muerte, devolviendo al río lo que pesco sin causar ninguna herida. Mis pies descalzos pisaban la arena y matas de poleo que aromaban el aire
De pronto me pareció escuchar una voz pidiendo socorro, saqué mi caña del agua y escuché con atención, sí, era una voz que pedía auxilio. Tony leía bajo una encina y se puso en pie - ¿Lo has oído verdad? -Si, sonaba por allí…por muchos sitios el rio está lleno de juncos de lujuriante altura y no se le ve. Los dos corrimos hacia el lugar de la voz, solo pensábamos en encontrar de donde procedía, parecía la voz de un niño.
Cuando llegamos vimos a dos niños, uno dentro del agua atrapado en un gran junqueral de la orilla del rio medio hundido en el agua, era pequeño y lloraba aterrado, sus pequeñas manos se aferraban a los juncos y cerca de él, estaba el que pedía socorro llorando también sin saber cómo ayudarle. Con una sola mirada vimos la trampa en la que había caído el niño…debió creer que pisaba tierra y eran juncos, cayendo al agua. Tony corrió para encontrar el lugar por donde poder entrar al río y sacar al pequeño. Yo intenté tranquilizarle, acercándome a él todo lo que podía, no se distinguía donde terminaba la tierra y fluía el río… él me tendía su pequeño brazo para que le sacase de allí, pero por ese lugar era imposible y le dije que mi marido le iba a sacar en unos momentos. –No te entiende, me dijo el qué estaba fuera del agua, no habla español. Entonces me di cuenta que el qué me hablaba tampoco le hablaba bien y le dije que tranquilizase al niño con las palabras que yo le había dicho…No sé en qué idioma le habló pero el pequeño dejó de llorar… Vi que Tony se acercaba nadando al lugar, el nerviosismo y el miedo me llenaban, todo era un pantanal de juncos, algas filamentosas marrones y verdes como una alfombra no se veía el agua-¿Pisas el suelo del río? le pregunté con miedo.-No, está muy hondo, pero puedo avanzar bien nadando, no tengas miedo. Minutos de pánico y esperanzas me llenaban, al final Tony llegó hasta donde estaba atrapado el pequeño y le comenzó a hablar, pero le dije -No te entiende, no habla español…No sé cómo le abrazó, era un niño muy pequeño, y con él en brazos consiguió salir de esa cruel trampa del río llevando al niño sobre sus espaldas.
Corrimos hacia el lugar donde acababan los juncos, unos 200 metros y vi como mi marido nadaba con el niño agarrado a su cuello… comencé a llorar por la tensión acumulada y al ver que los dos estaban a salvo. Al llegar a la orilla soltó al pequeño que corrió a refugiarse en los brazos del otro niño, yo despacio me acerqué a Tony y también me abracé a él sin poder hablar. El terror había huido en retirada.
Me acerqué a los niños y abracé al pequeñín, con palabras en español, pero él niño sabía que le estaba dando cariño porque se abrazó a mi cuello con fuerza y solo me repetía
¡matka, matka…- Está llamando a nuestra madre, dijo el mayor. Después de varios minutos hablando con él supimos que eran polacos y hermanos, el pequeñín tenía 7 años y se llamaba Nikolai y el mayor Andrei, tenía 11. Intentaban por la orilla del río coger algún pez con una especie de caza mariposas…para llevar comida a su casa. Dios mío, fue un grito mudo que me rompió en alma. ¿Coméis estos peces? Pregunté. Si, son buenos, pero encontramos pocos…
Respiré mirando al cielo azul de la tarde y les dije, pues vamos a coger ahora muchos y cogiendo la caña de pescar que había tirado revisé el cebo y la lancé al río. Pegadito a mí Nikolai se iba tranquilizando, yo intentaba dar la mayor naturalidad al momento para que olvidase lo que acababa de vivir, por eso cuando me picó la primera carpa y la saqué del agua, fue una fiesta total, los dos niños saltaban de alegría, el momento era mágico.
Volví a tirar la caña y saqué un barbo, nueva fiesta con gritos de alegría, era una gozada ver así a los pequeños.-Espera- me dijo Andrei y desapareció corriendo. Volvió con un cubo de plástico viejo y cogiendo agua del río metió en él los dos peces. Pesqué cuatro carpas más, porque ya no cabían más en el cubo. ¿Podemos volver mañana y tú pescas para nosotros? me dijo Andrei- Claro que sí, ¿de dónde venís? –Del campo del tabaco, mi padre trabaja allí.
Pues vamos todos al coche que os llevamos y mañana podéis venir, que yo pescaré para vosotros. Este pescado es bueno y muy rico.
Al día siguiente cuando llegamos había un niño más y dos cubos esperándonos.-Es mi kuzyn, mi primo Pawel y trae su cubo también… decir que me dio un ataque de risa es poco. Me había convertido en la pescadora oficial de esos niños… y así fue durante todos las días que estuvimos en mi pueblo, pude pescar lo suficiente para llenar los dos cubos y hacer felices a esos tres niños El grito de socorro de Nikolai, se convirtió en una multiplicación de peces!
¡Dios escribe derecho con renglones torcidos!
Que hermoso lo que cuentas Ángeles, una situación agobiante pero que termina de maravilla y además arreglando el sustento de esas familias.
ResponderEliminarMe ha encantado, y además tu forma de escribir es una maravilla. Creo entender que te pasó a ti.
Un placer Ángeles. Un abrazo y que tengas un buen mes de octubre.
Así fue Elda, todo el miedo que se formó alrededor nuestro, creo que un ángel bueno nos echó una mano, porque el pequeñin no tenía ya fuerzas para sujetarse a los juncos. y sí nos ocurrio a nosotros.
EliminarFeliz mes de octubre tambien para ti, mi cumpleaños fue ayer y para mí este mes es mágico.
Un abrazo grande
Me atrapó tu relato de principio a fin querida amiga. Gracias a Dios tuvo un final feliz. Y todos fueron felices comiendo "pescado" jeje. Me encantó! Un abrazo grande para ti!
ResponderEliminarLady Blue, después que dejamos a los dos hermanos, fue cuando pude llorar, solo me repetía, que hubiese pasado si no llegamos a escuchar la llamada de socorro de Andrei, o no hubiese habido nadie por allí.
EliminarUn abrazo con mi cariño.
Hay personas a quienes siempre les suceden cosas maravillosas, entre dulces y amargas, como a vos, Ángeles, tu vida no es para nada opaca y sin brillo, tu corazón generoso es inmenso, un abrazo!
ResponderEliminarCreo que a todas las personas les ocurren sucesos, pero pienso que si queremos ayudar, siempre parecwe brillar una liz en el corazón, para hacer lo más bueno.
EliminarContinúo sin poder entrar en tu blog. ¿qué ocurre?
Mi cariño con un abrazo de luz.
Es una bonita historia con final feliz. Me encantó leerla.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Rita por tus palabras, el miedo era brutal, pero supimos y pudimos sacar al niño del río, y eso fue el mejor de los milagros.
EliminarCon cariño, un abrazo.
Que precioso relato amiga Ángeles, ¡Maravilloso! E intuyo que además te paso realmente. Que gran y bonita historia. Seguro, que fueron unos días maravillosos en compañía de esas criaturas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y te deseo un buen otoño.
Sí Juan, nos ocurrió este verano, cuando fuimos unos días a mi pueblo y yo quise ir a un lugar escondido, habíamos pasado el primer confinamiento y yo tenía el miedo aún pegado a mi alma. Salvamos a ese niño, pero los días restantes nos dieron tanto cariño, tanto afeto sincero que nos reía el alma y cada día era una fiesta, incluso aprendí palabras en polaco, jamás podré olvidar esos días.
EliminarMi cariño con un abrazo.
Ängeles, qué maravilla de experiencia. Los niños entienden los idiomas sin palabras y con abrazos que dan y reciben. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cierto Mara, aunque no podía hablar con el pequeñin, como le cogí en mis brazos y le decía desde el alma lo que sentía por él en esos momentos, Nikolai lo entendía, me abrazaba con fuerza y me llamaba matka (madre en español) al final todo terminó bien, estoy segura que un ángel bueno nos puso alli para ayudarles.
EliminarBesos con rayos de sol
Hola Ángeles, vaya experiencia tan entrañable. Cuando hablamos con el corazón, no existen los idiomas. Los niños estarían encantados, tuvieron comida para unos días, ellos siempre son los más vulnerables y perjudicados.
ResponderEliminarCuídate, abrazos con cariño.
Hola Cristina, al final sí fui al pueblo y esta experiencia no la olvidaré nunca. Tú sabes la cantidad de peces que consigo pescar, pero solo nos traemos las truchas, el resto le devolvemos al río, aunque están deliciosos lo mismo los barbos que las carpas... y yo ya había tirado unos cinco peces cuando escuché la voz de Andrei. porque me gusta escuchar el silencio del silencio... como hay susurros que acarician el alma, y de pronto el grito de socorro del niño... era casi imposible ver donde estaban por los grandes junquerales que por algunos lugares han crecido en el río, pero tú y yo, sabemos que nada fue casualidad. Hasta en la noche cuando no podía dormir, me parecía que había ocurrido como en una partida de ajedrez, y una fuerza divina había movido laa fichas.
EliminarUn abrazo grande, desde el corazón.
Cuanta ternura, que hermoso lo que cuentas Angeles es algo muy lindo y maravilloso lo que has echo por esos niños, mis felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Jorge por tus palabras, hubo de todo miedo, terror, esperanza, fe, pero lo importante es que actuamos con rapidez y pudimos salvar al pequeño.
EliminarUn abrazo con cariño
Angeles, tu relato nos dice que haces honor a tu nombre, amiga. Fuíste un ángel para aquellos niños, que pedían ayuda. El universo permitió que estuvieras ahí para dar ánimo y fuerza en momentos claves de la vida. Me alegro y te felicito por ello. Imagino lo bien que te sentirás.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño en este octubre que empieza, Angeles.
Ay M.Jesus, me animo Cristina para que fuese a mi pueblo, y lo ocurrido con esos niños, no sé como pudimos actuar con tanta rapidez, Tony nada fenomenal, pero si no se veía el río, todo eran algas filamentosas y mi miedo de que se enredase en ellas era grande... y sabes lo más lindo, teníamos en casa dos cañas de pescar pequeñas de cuando nuestra hija pescaba y se me ocurrió regalárselas a los dos hermanos y enseñarles a pescar con maiz. No te puedo explicar lo que yo sentí cuando Andrei sacó su primera carpa, era la alegría al desnudo. Y así pasamos el resto de las tardes, llenando dos cubos de pescado que "su matka, cocinaba muy bueno".
ResponderEliminarMi cariño desde el corazón.
Angeles, no te preocupes, tus comentarios me llegan, recuerda que tengo moderación y no salen al instante,sino cuando llego al blog y los apruebo, amiga.
ResponderEliminarGracias por tu cercanía y buenas letras.
Mi abrazo siempre.
M.Jesús, si eso lo sabía que tu tienes que aprobar los comentarios, pero sale un letrero que lo dice, y ayer nada de nada y creía que podrías haber cambiado algo.
EliminarCuidate mucho, un abrazo con mi cariño.
Una vez más, me encantó leerte, Ángeles, qué hermosa historia! Hiciste que me emocionara. Como siempre es un verdadero placer leerte. Gracias, amiga. Mi abrazo fuerte.
ResponderEliminarPienso muchas veces, que hubiese pasado si nosotros no hubiésemos estado a esa hora allí y escuchar los gritos de socorro. Además en esa parte del río está totalmente cerrado por juncos y Tony tuvo que correr para ver por donde podía entrar a por el pequeño. Dios nos ayudó, de eso estoy segura.
ResponderEliminarDesde el corazón, un abrazo y cuídate mucho.
Felicitarte por tan buena acción Ángeles gracias a Dios estabais cerca para salvar al pequeñín y hacerlos felices con la pesca.
ResponderEliminarAbrazos.
ES cierto Conchi, creo que Dios nos puso allí en esa hora y lugar, el río tiene unos junquerales horribles, altos, enredados y no se sabe donde comienza el agua, por eso Nikolai cayó en esa trampa mortal.
ResponderEliminarDesde el corazón, un abrazo.
Querida amiga es un relato supremo una vez ,más veo en ti la grandeza de espíritu que tiene tu alma por tu bondad y la belleza de corazón sigue así querida amiga y un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola Halcón, cuánto tiempo sin saber de ti, deseo que estés bien, ya he visto en la TV que estáis mal, lo mismo nos ocurre aquí en España, maldito virus que nos ha cambiado la vida totalmente y se ha llevado a muchas personas.
EliminarAhora publico menos, el virus nos tiene medio paralizados por sus consecuencias y personalmente, he visto como varias personas conocidas han muerto poe él.
Gracias por tus amables palabras, es cierto que hoy lo vivo din la angustia que tenía mientras el niño lloraba y Tony no había llegado hasta él. Después todo el miedo huyó y durante unos días pude pescar para esos niños que con saltos de alegría vivían cada pez que sacaba del río.
Cuídate mucho. Un abrazo con mi cariño.
Que hermosa historia, un gusto leerte. Saludos amiga.
ResponderEliminarCierto que hoy lejos del miedo que sentíamos todos, tuvo un bonito final, eran unos niños llenos de ternura y alegrías y era una gozada ver como vivían cada pez que sacaba del río, Si fue un milagro estar cerca de ellos cuando Nikolai cayó al río, y después las maravillosas tardes que pasamos con ellos, pescando para llenar sus cubos.
EliminarCon cariño, un abrazo.
Precioso relato con final feliz, gracias a dos ángeles caídos del cielo, como sois Tony y tu.
ResponderEliminarMe encanta la forma tan amena de como lo cuentas, ya que consigues que lo viva, como si estuviera allí.
Y aviso a navegantes: cuidado con los baños en lagos y pantanos que son aguas muy traicioneras.
Un fuertea abrazo.
Manuel, fue un milagro estar allí en el momento que Nikolai cayó al río y conseguir sacarle de la trampa que le engullía cada vez más. El río tiene por muchos lugares, junquerales y eneas que no sabes donde está la ribera del río, parece tierra y son juncos con más de un metro de profundidad de agua...
ResponderEliminarPero después ver las caritas de los dos hermanos, era como tocar el cielo y con los bracitos alrededor de mi cuello del pequeñín, mi alma se desbordó en emociones de amor al abrazar su cuerpecito tan pequeño que aún estaba con algas del rió, te aseguro Manuel, que fue como el abrazo de un pequeño ángel.
Aviso como tú cuidado donde haya juncos o altas eneas y no se vea el río, son trampas mortales y se puede perder la vida.
Desde el corazón, un abrazo.