(Primera imagen conocida de "La Marquesa)
Mi árbol favorito es la encina, fue el primer árbol que aprendí a distinguir de otros, abrazada a su rugoso tronco las hablaba las contaba cosas de mi pequeño mundo, o hechizada veía como entre sus ramas anidaban los pájaros y las hormigas en fila, subían cargadas de granos de trigo, las personifiqué como solía hacer con todo, eran mis amigas… aún ahora siento en mis manos la caricia de su tacto, y el aroma inconfundible que emanan. Mi padre, siempre labró en las dehesas extremeñas del Marqués de Comillas, y en sus tierras crecen con lujuria estos árboles vetustos, recios, acogedores que vistieron mi infancia en plena naturaleza, donde tenía los más maravillosos juguetes y amigos, como el sol, el viento, las mariposas, las flores, libertad…y a ellas, las encinas.
En la dehesa del Matadero estaba la más grande de las encinas de Extremadura, y cuando la vi por primera vez…¡ Dios, era la más maravillosa de las maravillas…! Yo era muy pequeña, y la grandeza y majestuosidad de “La Marquesa”, Encina Gorda, o Encina Grande como se la ha llamado siempre, me desbordó el alma y me hechizó por y para siempre. Y aunque emigré a Madrid, siempre que podía y volvía a mi pueblo iba a verla por el puro gozo de abrazarme a su tronco y sentir en mi alma un mundo de sentimientos que creo firmemente fluían entre las dos ¡nos hablábamos!
Siendo adolescente, supe que era el símbolo vegetal de Extremadura y conocí toda su historia… “La Marquesa” no era una encina cualquiera… Durante siglos, su belleza le había indultado del hacha en todos los sentidos, ni siquiera fue podada por expreso deseo de la marquesa de Comillas, señora de toda la finca hasta la llegada de la República. Y de este viejo capricho nobiliario adquirió el rimbombante título: de encina “La Marquesa.” La señora Marquesa se sentaba bajo su sombra para solventar con sus braceros los pagos de la dehesa. La encina “La Marquesa” fue uno de los primeros árboles en ser declarado como “Árbol Singular” en Extremadura, incorporándose en el año 2001 a la Red de Espacios Naturales Protegidos de la región. Su edad se estimaba en más de 800 años, una ancianidad que resultaba evidente al contemplar las extraordinarias dimensiones de su tronco y ramas. En 1997, según los datos aportados por Diosdado Simón (pionero en despertar el interés por conservar estos árboles en Extremadura) “La Marquesa” alcanzaba una altura de 22 m y un perímetro en la base de 5,65 m, destacando especialmente por su inmensa y simétrica copa, cuya proyección sobre el suelo ocupaba más de 660 m2. y a su sombra podían sestear casi un millar de ovejas con sus pastores.
Para ubicarla en el tiempo y apreciar la grandeza de esta encina, hay que establecer referencias de su edad con hechos históricos que nos resulten lejanos en la memoria. Por ejemplo, en aquellos tiempos en los que aún desconocíamos la existencia del continente americano, y de Cristóbal Colón “La Marquesa” ya rondaba los 300 años de edad y seguro, comenzaba a destacar sobre el resto de las encinas de la dehesa. Cuando era un modesto chaparro, aún vivían personajes históricos como Marco Polo, Alfonso X el Sabio, Gengis Kahn, Dante Alighieri, San Francisco de Asís o Santo Tomás de Aquino.
Estaba ubicada dentro del espacio, del Centro de Formación Agraria de Navalmoral de la Mata (Cáceres), y por mi amigo el profesor Julián Álvarez he ido conociendo desde que comenzó, toda la agonía de mi querida encina, como la crónica de una muerte anunciada…
Comenzó a sufrir un ataque de oruga muy grande, seguida de una invasión micótica, y la sequía de estos últimos años la fue debilitado más y más y, por si fuera poco, hace tres años le cayó un rayo que carbonizó mucha de la savia que la alimentaba
Cada vez estaba peor, se ha intentado de todo para salvarla, se la ha inyectado en sus raíces complejos vitamínicos a raudales, se la ha estado regando con el suero que se desprende de los quesos al irse secando, se aumentó el perímetro de protección para que nadie pudiese hollar la tierra sobre la que estaba… nada, todo ha sido inútil, pasó por una lenta agonía, primero fue perdiendo sus hojas, que se habían vuelto de un color rojizo, sus ramas sin savia se fueron rompiendo, hasta que ya en el invierno del año pasado ( 2010) murió con su último suspiro de vida.
Este verano he ido a verla, no me atrevía a ir, sentía en mi alma una herida de cuchillos, y al ver su esqueleto desnudo, yermo y seco, me causo un terrible dolor, ¡había muerto de pie, como mueren los árboles…! pero pronto no quedará ni una sola rama en ella, el viento, el sol, la lluvia… continúan con sus inmutables ciclos y la derribarán al suelo.
¡Me abracé a su tronco sin vida y lloré, lloré como cuando pierdes a un amigo con el que has compartido parte de tu vida, de tus sueños, de tus tristezas o alegrías… “ La encina Marquesa” era mi amiga, siempre lo fue, y hoy continuo creyendo que su alma de encina, y la mía humana, se fusionaron muchas veces en un intercambio de sentimientos donde se acrisoló la pureza inocente de una niña que hablaba con una encina...!
Angeles,tu relato conlleva toda una vida,amiga.
ResponderEliminarEse árbol-encina ha visto mucha historia humana,ha pasado muchas etapas,muchas crisis y se ha renovado cientos y cientos de veces.
Entiendo que llores y te abraces a ella,la esencia del universo está en su bendita madera,que aún late,escucha y siente,no te quepa duda...Aún sigue dando ejemplo,de pie,imperturbable,esperando la vida y la muerte.
La finca del marqués de Comillas,me resulta conocida,mi suegro que era constructor trabajo años en esa finca y nos contaba muchas historias.
Mi felicitación por esta preciosa historia,que nos da idea de tu grandeza humana.
Mi abrazo siempre,amiga.
M.Jesús
Me ha emocionado la historia de "La marquesa" nome extraña que hayas llorado abrazada a su tronco pues ha muero algo mas que un árbol. Un abrazo
ResponderEliminarEn un cursillo de viverismo que hice, tuve un profesor que sentía verdadera pasión por la naturaleza. Recuerdo que cuando salimos a tomar notas al campo nos decía con vehemencia, prestar atención y oiréis como los arboles hablan y vosotros podéis hablar con ellos que os escucharan.
ResponderEliminarSi yo, sabiendo cómo se escuchar a los arboles, hubiera estado cerca de esa encina, me habría resultado insufrible sus lamentos de agonía.
Un abrazo
Hola M. Jesús, yo también creo que esa encina había visto pasar muchas vidas, y estaba vestida de la esencia del Universo. Bueno, es que yo creo sinceramente que todo lo que tiene vida, siente y habla, aunque no sepamos como. Ella volverá a ser tierra de la tierra donde nació, y no quise ni coger una pequeña ramita para no mutilarla más. Nació en libertad, así vivió durante cientos de años y será acogida por esa misma tierra donde vivió. Y en mi alma, su recuerdo estará mientras me habite la vida que hoy me viste.
ResponderEliminarGracias por tu comentario tan bello y dulce, que me ha hecho volver a emocionarme.
Mi cariño siempre, con un abrazo
Chelo, si es que yo era una niña de menos de tres años, y ya hablaba con ella, y con todo lo que encontraba en la naturaleza. Muchas veces vuelvo a esos mis primeros recuerdos, y están llenos de felicidad, porque creía firmemente que yo hablaba, y las flores, los árboles y hasta las nubes, me hablaban también... y ella era mi encina, así, con esta posesión que sólo los niños son capaces de sentir...
ResponderEliminarGracias por tus palabras, y un abrazo con mi cariño.
José, estoy totalmente de acuerdo con la teoría de tu profesor, creo con toda mi alma, que abrazada al tronco de un arbol, se siente algo especial, porque nos hablan, y no te lo dice una persona "pirada" sí no al contrario, yo lo hago muchas veces cuando por el campo encuentro algún árbol que me seduce de alguna manera. Y es cierto también, que las plantas tienen miedo y alegría, y no son inmunes a los comentarios que sobre ellas se hacen. Esto es un hecho documentado y experimentado en laboratorios, muchísimas veces y de los que no hay ninguna duda. Lo que ocurre es que en nuestra vida, pues nos parece increíble porque no lo hemos estudiado, como hemos hecho con la tabla de multiplicar, pero es totalmente cierto, que es así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuentas el paso de muchas vidas a través de las ramas y la corteza de ese magnífico árbol que alentó siglos de historia y llenó de cálidos recuerdos tu corazón.
ResponderEliminarHoy como a algo propio, lloras su muerte y nos haces sentir su pérdida a quienes a quienes a través de tu abrazo hemos dado, contigo nuestro triste adiós.
Hermoso y triste...
Un beso enorme, Ángeles.
María, tus palabras siempre centellean con propia luz, gracias por ellas. Es cierto que la "Marquesa" ha vivido mucho tiempo en el cómputo de las vidas humanas... Y en la memoria de su alma de encina, debe atesorar miles de recuerdos... ¿sabes que no fui capaz de cogerla una simple ramita? Sentí que era profanar algo que yo quería mucho, y a pesar de que ya estaba seca y muerta, no sé porque intuí, que supo porque lo hacía...
ResponderEliminarMi cariño siempre, con un abrazo
Hola
ResponderEliminarEstoy vivamente impresionado por tu anotación. Me hubiese gustado verla en el esplendor de su madurez, amparando bajo sus hojitas contra el rigor del Sol a quien se arrimara. Me apena saber que haya muerto.
Vivió todos estos siglos hasta ahora. Cuántas vicisitudes no habrá pasado, sequías, incendios, peligros. Pero nuestros herederos no la podrán disfrutar.
Saludos
Hola dafd, era una encina impresionante, no sólo por su grandeza, sí no por la belleza de su silueta que sobresalía muy por encima del resto de las encinas. Y tienes razón... cuánto debe haber visto y vivido en sus más de 8 siglos de vida...
ResponderEliminarUn saludo
Siento la perdida de tan extraordinario árbol.
ResponderEliminarMe imagino tus sentimientos( Lo siento)
Me ha dado mucha alegría Ángeles de tu presencia,
en mi blog.¡Es tan bonito el tuyo! sentí que te fueras.
Un abrazo.¡Que Dios te bendiga!
Una encina impresionante que ha tenido la suerte de vivir muchas vidas y observarlas desde lo alto de sus ramas¿ Cuántas cosas habrá visto con sus pequeños ojos escondidos?¿Cuántas damas y caballeros habrán llorado sus penas o habrán declarado amores a veces imposibles de mantener? Seguro que como tu la vieja encina tendrá guardada en su memoria miles de historias bellas esas que solo ella podrá recordar.Como siempre una historia, tu historia,tan real que y sentida que emociona.
ResponderEliminarEs maravillosa las dimensiones que llegó a alcanzar y el dolor por su pérdida un símbolo de tu infancia tan fuerte que sería imposible olvidar.
Un beso M.Angeles
Hola Marian, gracias por pasar por mi espacio con palabras tan lindas. Tu blog me emociona y me llena de vitaminas de fe...¡ y la necesitamos tanto en este mundo en el que estamos viviendo!
ResponderEliminarPara ti, siempre mi cariño con un abrazo
Es cierto M. Jesús, cuántas cosas habrá visto y escuchado esta encina... es una quimera, pero muchas veces siendo niña, decía que bajo su tronco estaba escondido un tesoro... ¡y quién sabe! Aunque su mayor tesoro ha sido vivir tantos años, y dar lo mejor de ella. También es cierto que cuando la vi, sentí que algo maravilloso de mi infancia, se perdía con ella. Hoy soy una persona adulta, pero no pude evitar abrazarme a su tronco seco y llorar... llorar como cuando se llora y se llora a solas, ¡desde el alma!
ResponderEliminarJo, estoy volviendo a revivir esos momentos...
Gracias por tus palabras y te envio una lluvia de felicidad.
Hola Ángeles, me ha emocionado tu relato de esta centenaria encina, hay en él una ternura inmensa que desborda los sentimientos. Son maravillosas también las imágenes en las que se puede ver la agonía de la "Marquesa".Quizá aún quedaba algo de vida en ella y pudo sentir como te despedías de ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una extraordinaria descripción de una muerte que no tenía que haberse producido. La poda mal realizada es una de las causas, aparentemente nunca tenida en cuanta, de la muerte de una encina.
ResponderEliminarEn la tercera fotografía, en orden descendente, ya estaba enferma de muerte. No entiendo cómo la dejaron entonces y no investigaron los nemátodos como primera instancia ya que, como observo, inicialmente el suelo era seco y por tanto los nemátodos no pueden vivir en él y posteriormente, se ha debido regar en abundancia con el exceso de celo de un cuidado que ha sido su muerte.
Siento la explicación científica pero esta muerte que nos traes es tan lamentable y tan impactante como la imagen de su esqueleto tan triste como dolorosa.
Hola palabras al viento, no sé si quedaría algo de vida como me dices en el tronco de la "Marquesa" tampoco sé si su alma de encina, estaba muerta del todo, sólo sé que ya no era ella, y por respeto ni se han recogido sus viejas ramas ni su tronco, se hara polvo, y se fundirá con la tierra que durante tantos siglos la dio la vida, como ahora la recogerá en su muerte.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, y tu presencia en mi blog.
Un abrazo hasta donde tú estes.
Conoces las encinas Antonio, es cierto que en la tercera fotografía ya estaba enferma de muerte, tenía las hojas rojizas, y muy escasas, se la ha habían puesto varias infiltraciones de vitaminas directamente a la raiz y se la estaba regando con el suero que desprenden los quesos al secarse, porque según los ingenieros, este suero es lo que se utiliza para curar a las encinas, pero con la "Marquesa" no lo hizo. Es cierto también que vinieron ingenieros agrícolas de toda España, porque al ser el símbolo de Extremadura, intentaron salvarla hasta el último momento. Pero el rayo caído en ella hacía tres años, carbonizó sus raíces y su savia dejó de fluir por sus ramas.
ResponderEliminarLo que sí puedo asegurarte es que ella estará siempre en mi recuerdo.
Un abrazo grande, y gracias por detenerte en mi espacio y comentar mi entrada.
Querida Angeles: Con razón me decías en el comentario a mi blog, que se refería, en tres veces, a la vida misma que eras una enamorada de las encinas. Yo también lo soy. Me sirvió de ejemplo simplemente de comparación. Perdona que no haya entrado antes en tu blog, pero debes saber que soy un poco agnóstico en estas vicisitudes de Internet. Perdóname, de corazón. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo hay nada que perdonar Olegario, te comprendo perfectamente, nadie sabe, a no ser que se conozcan, quien está detrás de cada nick, soy igual de agnóstica que tú, pero yo si creo que por lo que escribes, se puede saber mucho de cada persona. Nunca he tenido un blog, y el mundo de Internet me parece un Gigante enorme que da miedo, y yo una Pulgarcita, pero pasito a pasito voy dejando caer mis miguitas de pan, con mucha cautela también. Porque además creo que la verdad siempre sale a la luz más tarde o más pronto, y también que hay muy buenas personas en este mundo virtual, aunque Tony y Blanca me dicen siempre "que soy la Madre Teresa de Calcuta en versión española" porque creo en las personas, pero soy así, y la integridad y la verdad son cualidades que valoro al máximo.
ResponderEliminarUn abrazo con una lluvia de felicidad.
pues mi árbol es el almendro florecido que parece de cuentos pero tu árbol es simbólico para muchos poetas y pintores por su gran belleza silvestre y rustico un beso ángeles
ResponderEliminarHola hadama, el almendro florecido es de una belleza insuperable, deberías ver mi tierra, Extremadura, cuando florecen los cerezos en el valle del Jerte, son impresionantes, parecen llenos de copos de nieve, o de blancas mariposas que valsan un minué mágico.
ResponderEliminarMi cariño con un abrazo para ti.
Un gran perdida sin duda y una lastima que ese arbol haya muerto despues de tantos siglos
ResponderEliminarUn gran perdida sin duda y una lastima que ese arbol haya muerto despues de tantos siglos
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