La niña chica, es un pequeño ángel que camina con las alas plegadas y de incógnito por este mundo. Es la huella de Dios, por su dulzura, su inocencia, su alegría y el inmenso amor a todo lo que la rodea. Sus pequeños pasos, van dejando un rastro dorado de luz cuando camina. Todo lo que sus manos, mariposas aladas acarician, quedan impregnadas del mágico hechizo y la pureza de su verdadero hogar más allá de las estrellas. Ve y vive la vida que va descubriendo a través de sus ojos de maravilloso azul, retazos de cielo, donde como ella expresa, viven las lágrimas de la alegría y la tristeza.
Su cabello, rizado y rubio, flota sobre su cabeza como una corona de destellos de oro, cómo si el ángel que es, se manifestara siempre. Es dulce, pequeña, inteligente, alegre, su voz de cristal, su risa de miel y sus pasos de golondrina, tintinean su presencia, con el secreto perfume de su inocencia. El mundo que percibe, lo descubre desde su alba niñez y son las flores, las mariposas, los caracoles, las mariquitas, las luciérnagas, las nubes, las estrellas, el agua, el sol... las margaritas, las gencianas azules con su gotita de cristal...
Desconoce los juguetes... ella juega con las amapolas, las rosas, los periquitos, los lirios, las magarzas amarillas, los grillos, las pequeñas ranitas, los caracoles... De los adultos, solo es capaz de percibir, si la quieren o no... Desconoce la maldad, la mentira, la hipocresía... Habla constantemente con todos los seres menudos de su entorno y estos, hablan de igual forma con ella. Todos son sus amigos, les coge, les besa, les achucha. Tiene la sabiduría inocente de los ángeles, la alegría de los querubines y la pureza y bondad de Dios...
Pero es muy frágil, vulnerable y pequeña y aunque lleve la semilla de ángel, es una niña en un mundo de adultos... de duros trabajos de sol a sol. El pequeño ángel-niña, habla y habla... deduce y saca maravillosas y desconcertantes conclusiones desde el fondo de su corazón... donde vive el amigo que le dice cosas y habla toc-toc-toc. Todo lo personaliza y lo hace semejante a ella. Muchas veces, se siente sola y tiene miedos, son las mariposas negras, como ella las llama. Desconoce como superarlas... y huye acurrucándose en el suelo y cubriéndose la cabeza con las manos... y deja que salgan todas las lágrimas que viven en sus ojos turquesas.
Ocurre en situaciones o con personas que hieren su pequeño corazón, en su inocencia, cree que eso forma parte también de su mundo y es entonces cuando se acurruca esperando, esperando, esperando... porque desconoce el sentido del tiempo...Lla sucesión de los días, los vive porque sabe que el día comienza cuando el piar y la algarabía de los gorriones abren las puertas del amanecer y el sol se despierta y viene...Y la noche llega, cuando los hombres que viven en otro pueblo, tiran de unos cordeles que tiene el sol y se le llevan con ellos, lejos, muy lejos, a otro pueblo ¡se lo ha dicho padre!
Como una nebulosa, grande y misteriosa, como una pegajosa tela de araña, un terror negro y brumoso anida en su corazón, miedo a la muerte, no sabe lo que es... pero lo vive, lo toca, lo siente, como algo depredador, terrorífico que la hará daño y la hará desaparecer: la mano negra del pozo, el tío Poleo, los lobos, el vestido de negro luto de madre.
Cautiva, su dulce candor, su alegría de miel, sus parloteos de pequeña filósofa y sus desconcertantes conclusiones llenas de sencillez y naturalidad... Es muy inteligente, observadora y con una gran memoria. Reconoce y sabe los nombres de árboles, plantas, animales, personas, lugares... y aprende todo lo que padre, madre o cualquier persona le enseña. Camina con su bote de hojalata lleno de caracoles, asomándose tímidamente como ellos, buscando el brillo y el calor de un rayo de sol...
Muchas veces, está indefensa y sola, con hambre de besos, abrazos, caricias... Y desde el alma tiende sus manos abiertas y espera... asomándose tímidamente al mundo grande y a la vida que va descubriendo en el devenir intemporal de los días.
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